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«Balito» Sepúlveda, sinónimo de talento, pasión y guapeza

Más allá de la posición lograda hasta el momento en el gran Tour de Francia, algo que se ve reflejado a diario en todos los medios periodísticos, hoy, como lo hemos hecho a lo largo de un lustro en este medio, queremos rendirle culto a ese tremendo ciclista que se llama Eduardo «Balito» Sepúlveda, el gran embajador deportivo que tiene Rawson y Chubut todo.

por REDACCIÓN CHUBUT 14/07/2017 - 16.38.hs

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Más allá de la posición lograda hasta el momento en el gran Tour de Francia, algo que se ve reflejado a diario en todos los medios periodísticos, hoy, como lo hemos hecho a lo largo de un lustro en este medio, queremos rendirle culto a ese tremendo ciclista que se llama Eduardo «Balito» Sepúlveda, el gran embajador deportivo que tiene Rawson y Chubut todo.
«Balito» con un trabajo silencioso, propio de la emanación de su humildad, sin estridencia pero con mucha convicción, desde su primera carrera barrial supo que por delante tenía un futuro venturoso en dos ruedas, a pesar de vivir en un país subdesarrollado para el ciclismo.
De muy pibe, en cuanto «Balito» aprendió a acomodarse arriba de la bicicleta comenzó a dar señales de que lo mejor estaba por venir. Comenzó a brillar en San Carlos de Bariloche, donde junto a Díaz Granja, Carlos Barría, Howells y el Hazem ganaron en el 2009 en forma brillante en los Juegos de La Araucanía. El buen trabajo del equipo y su talento hicieron parecer que lo del capitalino en competencia había sido un «robo».
Esto no pasó desapercibido para el mundo ciclístico y muy pronto «Balito» estaba en el Cenard y luego llegaría la gran oportunidad de sumarse en el 2012 al equipo UCI (Unión de Ciclismo Internacional) en Suiza, lugar reservado para talentos de países subdesarrollados.
Sin un orden cronológico pero con mucha trascendencia para su carrera, el ciclista capitalino sumó lauros que lo comenzaron a catapultar en el mundo ciclístico. Fue distinguido por diario Clarín, protagonista durante tres temporadas en el Tour de San Luis, participó en los Juegos Odesur, en la Copa del Mundo, en los Panamericanos y en los Juegos Olímpicos en Brasil.
En la vida del ciclista todo fue una catarata de oportunidades, que él, una por una, siempre supo aprovecharlas.
Tal es así, que en el paso más decisivo de su carrera, que fue tener que dejar a su familia, hacer el bolsito y partir hacia Europa, no lo dudó, porque tenía la firme convicción de que estaba ante una oportunidad única, que sólo a unos pocos privilegiados se les brinda.
Muy rápidamente se comenzó a barajar la oportunidad de que pudiera participar en la competencia ciclística más importante del mundo, el Tour de Francia, el sueño dorado de cualquier ciclista, y esa oportunidad llegó y forma parte de su realidad contemporánea.
Hoy Sepúlveda, como líder del equipo Fortuneo Oscaro, en su tercera participación en el Tour de Francia ya no pasa desapercibido para nadie, a pesar del gran monstruo que es dicha prueba.
Si algo no le faltaba a «Balito» era dar prueba de coraje, temple y agallas sobre una bicicleta, pero la tremenda caída en la novena etapa y las consecuencias en su físico, que a pesar de todo no le fue pretexto para abandonar, habla de otra gran faceta, de un plus que no todos tienen. Un corazón enorme, una fuerza espiritual tremenda y una entrega total en su pasión por el ciclismo.
A esta altura nadie sabe lo que puede pasar en su continuidad en el Tour de Francia, pero «Balito» a esta altura, puede poner muy tranquilo la cabeza sobre la almohada y saber que todo lo que obtenga a partir de ahora en la competencia francesa vendrá desde arriba, del cielo, donde su padre desde alguna estrella seguirá guiando su camino.

 

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