Regionales

Se acrecienta el convencimiento de que el cambio es una necesidad

No lo advierten quienes por legítimos intereses políticos no quieren advertirlo. Aunque la preocupación que les produce es evidente y se traduce en el deliberado ocultamiento de lo ya realizado tanto en la Capital Federal como en algunas provincias, donde se están haciendo obras de antiguo reclamo que no hicieron otros gobiernos más preocupados por aquéllas que por su visibilidad les sirviera de publicidad en futuras campañas electorales donde buscarían la reelección.

La resistencia popular que produjo las primeras medidas, especialmente en lo que atañe a los servicios públicos, muy justificada por cierto, ha ido cediendo y en estos momentos se ha generalizado el convencimiento de que el cambio, el drástico cambio anunciado sin sutilezas, había que aceptarlo porque no había otra forma de salir del estancamiento en el que estábamos.
Ya lo habían hecho algunas naciones hermanas que habían estado en la misma situación en la que aún está la nuestra. Brasil, Chile, Uruguay, entra otras, nos marcaban el camino. Pero los gobiernos anteriores prefirieron seguir el que nos conducía hacia Venezuela. Afortunadamente, el pueblo reaccionó a tiempo y hoy somos preocupados espectadores del drama que están viviendo nuestros hermanos venezolanos. Después de la última guerra mundial el mundo ha cambiado. La globalización es una realidad que no se puede negar. No asumirla sería una condena al aislamiento. Y el aislamiento sería la consolidación del atraso. Lo ha comprendido el pueblo argentino que con encomiable esfuerzo y sacrificio enfrenta un duro presente, con el convencimiento de un futuro donde las nuevas generaciones vivan mejor. Y para vivir mejor el país debe dejar de ser una inconmensurable fuente de recursos naturales, mientras el analfabetismo y la desocupación ha llegado a límites que nos averguenzan.
La reversión de esos graves problemas no la producirán gobernantes con mentalidad de administradores, sino estadistas que a diferencia de los políticos populares, no piensan en las futuras elecciones sino en las futuras generaciones, como sostenía James Freeman Clarke, historiador estadounidense. La demagogia y un falso concepto de la soberanía nacional le han hecho mucho daño a la República Argentina. Nuestra responsabilidad es ponerle fin, y en ese camino estamos. Es un imperativo de conciencia. «Se puede engañar a parte del pueblo parte del tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo» (Abraham Lincoln, presidente de EE.UU).
 

 

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