El zonal del valle

Cuentos de Horacio Marras

Un agricultor turco llamado Abeit Suzulmus  fue asesinado el 31 de enero del año 1956 en un establo de su propiedad, en la población de Bachbebe, distrito de Midek. Se había casado con cierta Hatice, pero no habiéndole dado ésta hijos, tomo por segunda esposa a la joven Sahida, quien dio a luz a tres vástagos para Suzulmus.

por REDACCIÓN CHUBUT 07/02/2018 - 17.16.hs

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Un agricultor turco llamado Abeit Suzulmus  fue asesinado el 31 de enero del año 1956 en un establo de su propiedad, en la población de Bachbebe, distrito de Midek. Se había casado con cierta Hatice, pero no habiéndole dado ésta hijos, tomo por segunda esposa a la joven Sahida, quien dio a luz a tres vástagos para Suzulmus.
El día 31, unos empleados del granjero lo asesinaron. Sahida acudió al lugar atraída por los gritos de la víctima, y murió a manos de los criminales con dos de sus hijos. Meses más tarde nacía el noveno hijo de un carnicero llamado Mehemet Atlinkish en una pequeña población del mismo distrito. Recibió el nombre de Ismail. La partera que atendió a la madre observó una profunda cicatriz en la nuca del pequeño, cicatriz que se fue borrando hasta desaparecer dos años más tarde. Fue por aquellos días que el niño Ismail sorprendió a sus familiares al declarar que estaba cansado de vivir con ellos y que deseaba regresar a su casa para ver al único hijo que le quedaba.
El carnicero preguntó al niño a que se refería. Ismail declaro que su nombre era Abeit Suzulmus y que murió de un golpe recibido en la nuca. A partir de entonces no perdió ocasión de repetir la historia de su muerte, hasta que un día, cansado el padre de escuchar al niño, le ordeno conducirlo a su casa. Ismail señalo el camino que conducía a la casa de Suzulmus y una vez allí condujo al asombrado padre hasta el establo y explicó de qué manera lo asesinaron los tres empleados. Dirigió una mirada a Zazi Suzulmus, el hijo que sobrevivió y nombro a sus dos hermanos asesinados: Ismat y Zinhu.
No contento con estas declaraciones, Ismail acuso a un vendedor ambulante de fruta de no haber devuelto una cantidad de dinero al hombre asesinado, así como declaro que en otros tiempos tuvo otra clase de negocio. Y nadie pudo contrariarlo, porque todo lo que dijo estaba en lo cierto.
¿Fue el caso de Ismail un autentico caso de reencarnación? Atribuir a este curioso fenómeno mucho de los casos de reencarnación que suceden en el mundo, sería la solución más sencilla. Los biólogos afirman que el alma y el pensamiento son el resultado de las condiciones bioquímicas propias del ser humano y que no es posible obtener la réplica exacta del alma de otra persona. Pero estas explicaciones se reducen a nada cuando se presentan ejemplos de casos que solo por medio de la reencarnación podrían explicarse. Entre ellos están los de los niños de inteligencia muy superior a la normal, de los genios que han realizado a corta edad proezas que cuestan normalmente años de aprendizaje.
Ahí está el ejemplo de Blas Pascal, quien reinvento la geometría a la edad de 12 años, por sí solo, sin ayuda de nadie. Wolfgang Amadeus Mozart, que a los cuatro años compuso su primera sonata, y a los ocho su primera ópera. Alberto Durero grabó  su propio autorretrato en plata, antes de cumplir los trece años. A los once años, Jorge Federico Haendel tenía en su haber tres operas. Yehudi Menuhin tocaba el violín como un virtuoso a la edad que los niños apenas comienzan a balbucear las primeras palabras.
Una niña alemana llamada Jutta Hempel jugaba partidas de ajedrez simultáneas contra doce personas en 1967, y lograba ocho victorias y tres empates. Dos años más tarde, el Ministerio de Educación de Alemania autorizaba a Elmer Eder, de doce años, a seguir un curso de física y matemáticas avanzadas en la Universidad de Múnich. A los siete se había divertido calculando, para pasar el tiempo, las distancias en años-luz de la Tierra a diferentes galaxias, y a los nueve dominaba la complicada teoría de la relatividad. ¿Cómo obtuvieron estos genios precoces tan extraordinarias facultades? ¿A causa de alguna disposición fortuita de los genes? ¿Por trasmisión directa de algún talento ya fallecido? Imposible contestar a estas preguntas.   

 

Cuentos de Horacio Marras
Cedido por la familia para su publicación en El Suplemento Zonal del Valle
Hasta el próximo relato
 

 

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