Braulio Máximo Vicente

Que me van hablar de amor

Siempre he valorado y admirado aquellas personas que irradian vitalidad y “buena onda” como dirían los chicos hoy. Él,  y su esposa son ejemplo de esto y dice. Pasamos momentos hermosos, lindo haberlos vivido, que me van hablar de amor como dice el tango, que me van hablar de amor.

por REDACCIÓN CHUBUT 15/03/2018 - 14.13.hs

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SUS RECUERDOS DEL VALLE Y LOs PRIMEROS AÑOS DE ESCUELA
Nací en Dolavon el 27 de Agosto de 1940, me dicen gallego pero de gallego no tengo nada, mi nombre es Braulio Máximo, tengo nombre de prócer (dice riendo), lo sacaron mis padres del almanaque. Mi papá José Baltasar Vicente y mi mamá Benedicta García. 
Mis padres, vivieron en 28 de Julio,  donde nació mi hermano Mario César, y  después se mudaron  a Dolavon  en la chacra que era de Blasetti, donde  nacieron mis hermanas mellizas,  Hilda Nieves y Nilda Nieves, las cuales fallecieron de  meningitis a los cuatro meses, luego nací yo y después mi hermano Diógenes,  que también falleció de pequeño.
En esa época Carlos Hompanera, nos llevaba la carne, y nosotros le decíamos “Carlitos danos un riñón”; que después cocinábamos en la puerta de la estufa. Allí estuvimos durante  dos inundaciones y por eso, nos mudamos a la casa de un vecino hasta que ocupamos la chacra de Rafael Santos, quien fue  patrón de  mi papá.
Luego de cinco años nos cambiamos  a la chacra de Pedro Larreburo, y  allí  empecé a ir a la escuela de Bryn Crwn. 
Recuerdo que el primer día íbamos de zapatos, los que no volvíamos a usar hasta el 25 de mayo o 9 de julio.
No me voy a olvidar nunca del maestro Marcos Isaac, era recto, usaba el puntero y si nos veía hablando nos daba por las orejas y la cabeza, pero había disciplina. 
Braulio dice sonriendo “de una calavera vas a sacar algo y de un santo nada más que un rezo”, en ese tiempo el que no se mandaba una macana hacia otra.
Mis compañeros en aquellos años de escuela eran Jaki Roberts, Haydel  Griffiths, Pedrito Arrondo, los Sartaja, Keryn Jones, los Astorga.
Vicente nos cuenta riendo… “todos los días peleaba con Jaki, el me agarraba de la oreja. Keryn Jones era fatal, y más grande que nosotros. Un día, nos sacó las zapatillas y las tiró a una laguna que estaba llena de hielo y tuvimos que volver a casa descalzos. 
En el 27 de agosto  año 1948 nos cambiamos a la chacra 240, me acuerdo  porque era el día de mi cumpleaños. Mi mamá vino en el coche caballo trayendo la máquina de coser y nosotros fuimos caminando, porque llevábamos un cordero que nos había regalado Carlos Vales; llegamos dos horas más tarde, porque donde había un verdecito parábamos para que coma.
Con el tiempo, cuando creció y se transformó en carnero solíamos andar a caballo sobre él, además con su lana se hicieron los colchones para toda la familia.
Mi papá trabajaba la chacra pero, también fue director del Banco Provincia de Rawson. 
Terminé en la escuela nueva en Bethesda; recuerdo que para los 9 de Julio y 25 de Mayo, cruzábamos la calle y nos llevaban de la escuela a la casa de M. Pritchard a escuchar el discurso del presidente en la radio. Pasamos momentos hermosos de haberlos vividos, que me van hablar de amor como dice el tango, que me van hablar de amor.
Con la primera radio que compró el viejo, junto con la batería y el molino, escuchábamos los Pérez García, Tango Club, y el noticioso, y cuando había viento salíamos corriendo con la batería en una carretilla para ponerla a cargar en el molino. 
De los maestros, recuerdo a la señora González Marzo con la cual terminé la escuela primaria y Lidia Pérez Aguirre, a quien fui a visitar hace unos años.
Querían que siguiera estudiando, pero en ese tiempo nos gustaba estar a la par de nuestro padre, o hacer más que él si era posible. Cuando ya no hubo más clases los sábados, un día le pedí el caballo tostadito que tenía mi papá para limpiar la zanja,  a veces araba también; me gustaba mucho el trabajo de la chacra.
 Era el momento en el que uno se sacaba el guardapolvo, y se ayudaba a juntar las papas y hacer todos los trabajos necesarios. Juntar los huevos y la leña menuda era ley; eso era una obligación que teníamos, para enseñarnos responsabilidad. Había mucho respeto; nosotros jugábamos con papá pero cuando nos decía  “…usted señorcito, y nos señalaba con el dedo, ese dedo  atravesaba de punta a punta, o “¿usted se quiere dar los gustos?, del cuero salen las lonjas me decía.
Braulio nos cuenta que  tenía petiso que le daba de comer de la parva y mi papá decía “¿así que usted le da de comer a su petiso de la parva y los caballos comen alfalfa?”, entonces lo ataba. Entonces yo esperaba a que el viejo se acostara para soltarle la cadena.

 

ADOLESCENCIA, EPOCA DE BAILES Y LAS ENSEÑANZAS DE SU PADRE
Cuando tenía 15 años ya corría carrera de caballos.  Me iba  a caballo al Hípico y si salía alguna carrera, corría, porque siempre tenía dinero, porque el viejo siempre tuvo una sola cartera grande, y me decía, “ahí está la plata, no ande seco, siempre tiene que tener plata en los bolsillos, usted es responsable de sus actos” y era ley; él nos decía el respeto hay que inculcarlo.   
Me gustaban todas; tengo trofeos de carreras de caballos, de carreras en bicicleta, de carreras de a pie, cuando se participaba en  las capillas, carrera de obstáculos en un Fiat 600. Inclusive por haber hecho el surco más derecho.
A los 14 años terminé la escuela y a los 15 empecé a salir a los bailes que se hacían en la chacra de Tom Pugh. 
También se hacían bailes, en lo de Zamarreño, Placido Álvarez, en el Tiro Federal (28 de Julio) donde mi papá integraba la comisión, las kermeses eran bárbaras ahí.
Braulio dice “cuando recién empezó aprender Melvin, estábamos engavillando pasto a la tardecita con la fresca  y  se podía escuchar clarito cuando practicaba”…

 

EL MOMENTO EN QUE CONOCIO A SU COMPAÑERA Y UNA NUEVA ETAPA DE SU VIDA  
A mi señora Elida la conocí en los bailes, cuando ya iba medio de ganador dejaba que reboten todos y se presentaba el galán (ríe). Nos casamos en el año 1965, ya va hacer 52 años, una raza en extinción, tuvimos cuatro hijas.
Tengo siete operaciones,  ella  (por Elida) estuvo seis meses en el Fleni hace cuatro años, pero después de haber pasado todo eso estamos muy bien,  con ánimo y humor  y un montón de amigos con los que compartimos lindos momentos. Pero lo que Braulio dice es que en realidad, la primera vez que vio a Elida fue cuando él venía del pueblo en bici y ella estaba con Dora Crettón esperando el colectivo. Desde ese momento el destino y el amor quisieron que sus vidas se unieran para siempre.  
Andrea Carina Pugh.
 

 

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