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Don Enrique Riba, un apasionado del deporte y de los Juegos Olímpicos
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Don Enrique Riba, un apasionado del deporte y de los Juegos Olímpicos

A lo largo de muchos años de ejercer la profesión de Periodista Deportivo, impensadamente uno va acumulando experiencias, pero lo bueno de ello es que nunca termina de maravillarse con grandes historias de vida como lo que hoy les contaremos.

Por REDACCIÓN SUPERDEPOR


En esta oportunidad EL CHUBUT tuvo un extenso mano a mano con un gran personaje de los que tiene Trelew. Nos estamos refiriendo al Contador Enrique Riba, quien no solo es un gran pilar de esta sociedad por todo lo que profesionalmente le entregó a este medio durante 65 años -se afincó en Trelew en el año 1953- además de ser un apasionado por el deporte, desde el año 1968 en México a la actualidad no se ha perdido de asistir a ningún Juego Olímpico, sumando 13 consecutivos.
Esperando que sea de su agrado esta entrega, es que le contamos a grandes rasgos la historia de un hombre nacido en Santa Fe, que desarrolló su vida profesional y armó una exitosa familia en la «Tierra de Luis» y paralelanente ha sido un pasionario del deporte y que un día -como el mismo no se cansa de reiterar- se enfermó de Juegos Olimpicos. Hoy a los muy bien llevados 88 años su gran objetivo es poder estar en Tokio 2020 «Estoy buscando una companía para viajar porque para ese entonces voy a tener 90 años y es muy lejos para que ande solo».

 

Una historia de vida imperdible

El contador Enrique Riba es oriundo de Santa Fe. Allí dio sus primeros pasos en la vida y se formó como profesional, ya que a los 23 años se recibió de Contador Público.
Corría el año 1953 y Don Enrique preparaba la valija y sacaba pasaje a Trelew, un lugar por aquellos años desconocido para él y la gran mayoría de los argentinos.
Atrás quedaba su familia, su novia Irma, sus amigos, su Santa Fe querido y sus compañeros de trabajo de la administración pública, pero por delante había un firme propósito, consolidar una carrera y hacerce un futuro.
Don Enrique a lo largo de la nota no se cansó de repetir que en su llegada a Trelew encontró una gran solidaridad «muchas fueron las manos extendidas que hicieron posible que me terminará afincando aquí hace 65 años».
«A mí me hicieron una oferta para venir a dar clases acá y vine. Recuerdo que lo hice en tren hasta San Antonio Oeste y de allí en micro hasta Trelew, bajé al lado del hotel Galicia».
También memorizó que su primer vivienda fue en el pasaje Salta y compartía el alquiler con un empleado del Banco Nación.
«Enseguida me ubique, porque comía en la pensión de Stanki, que estaba detrás del Correo Viejo, cerca de la Farmacia Querol y las «chicas» de Morejon me lavaban y planchaban la ropa porque se dedicaban a eso».
Don Enrique explicó que al llegar conoció en primer lugar a Jones que era Secretario del Colegio Nacional y también al Dr Margara.
«Por esa época yo ganaba acá 1.400 pesos y ahorraba 1.000 y pensar que en Santa Fe trabajaba por 260 pesos por mes».
«Esto era el desierto de Sahara por ese tiempo. Recuerdo que cuando cobre mi primer sueldo a los 3 meses, enseguida fui a ver a mi familia. Al año siguiente las cosas acá iban bien, pero yo no congeniaba con el gobierno nacional y estaba que no aguantaba más acá, asi que fui hablé con mi novia y mi madre y les dije me voy a probar suerte a Estados Unidos. Ambas pusieron el grito en el cielo y terminé casándome a los 15 días y viniendo a vivir acá con mi señora Irma con quien estuve 4 años de novio y 62 casados».
 Luciendo una memoria prodigiosa Dn. Enrique decía:
«Ya instalado definitivamente en Trelew nos juntamos con un hermano de «Fito» Joaquín que era abogado y con el contador Héctor Garzonio habrimos un Estudio Jurídico en la calle 25 de Mayo 125, en una casa de piso de alto pegadito a Bianchi Bones. Pasado un tiempo Joaquín regresó a Buenos Aires y Garzonio a Esquel».
«Luego tomé al Contador Carlitos Román entre otros y nos mudamos a Fontana 26 por cuestión de comodidad, le alquilamos ahí a Larregina, quien es el dueño de los campos donde se encuentra la reserva de pingüinos».
Con un indisimulable orgullo dijo:
«Sabe ese estudio que inauguramos en 1954 es el actual Riba y Asociados, el que hoy es llevado adelante por mi hijo el Cdor Enrique Riba y los cuatros contadores que puse cuando quedé solo».
Como para darnos pie Dn Enrique remató esta parte del relató afirmando «Yo trabajé en el estudio hasta los 60 años, ahí dije basta y cambié de aire. Me ocupé del campo y de disfrutar la vida viajando a las Olimpiadas».
 

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Don Enrique Riba, un apasionado del deporte y de los Juegos Olímpicos

A lo largo de muchos años de ejercer la profesión de Periodista Deportivo, impensadamente uno va acumulando experiencias, pero lo bueno de ello es que nunca termina de maravillarse con grandes historias de vida como lo que hoy les contaremos.


En esta oportunidad EL CHUBUT tuvo un extenso mano a mano con un gran personaje de los que tiene Trelew. Nos estamos refiriendo al Contador Enrique Riba, quien no solo es un gran pilar de esta sociedad por todo lo que profesionalmente le entregó a este medio durante 65 años -se afincó en Trelew en el año 1953- además de ser un apasionado por el deporte, desde el año 1968 en México a la actualidad no se ha perdido de asistir a ningún Juego Olímpico, sumando 13 consecutivos.
Esperando que sea de su agrado esta entrega, es que le contamos a grandes rasgos la historia de un hombre nacido en Santa Fe, que desarrolló su vida profesional y armó una exitosa familia en la «Tierra de Luis» y paralelanente ha sido un pasionario del deporte y que un día -como el mismo no se cansa de reiterar- se enfermó de Juegos Olimpicos. Hoy a los muy bien llevados 88 años su gran objetivo es poder estar en Tokio 2020 «Estoy buscando una companía para viajar porque para ese entonces voy a tener 90 años y es muy lejos para que ande solo».

 

Una historia de vida imperdible

El contador Enrique Riba es oriundo de Santa Fe. Allí dio sus primeros pasos en la vida y se formó como profesional, ya que a los 23 años se recibió de Contador Público.
Corría el año 1953 y Don Enrique preparaba la valija y sacaba pasaje a Trelew, un lugar por aquellos años desconocido para él y la gran mayoría de los argentinos.
Atrás quedaba su familia, su novia Irma, sus amigos, su Santa Fe querido y sus compañeros de trabajo de la administración pública, pero por delante había un firme propósito, consolidar una carrera y hacerce un futuro.
Don Enrique a lo largo de la nota no se cansó de repetir que en su llegada a Trelew encontró una gran solidaridad «muchas fueron las manos extendidas que hicieron posible que me terminará afincando aquí hace 65 años».
«A mí me hicieron una oferta para venir a dar clases acá y vine. Recuerdo que lo hice en tren hasta San Antonio Oeste y de allí en micro hasta Trelew, bajé al lado del hotel Galicia».
También memorizó que su primer vivienda fue en el pasaje Salta y compartía el alquiler con un empleado del Banco Nación.
«Enseguida me ubique, porque comía en la pensión de Stanki, que estaba detrás del Correo Viejo, cerca de la Farmacia Querol y las «chicas» de Morejon me lavaban y planchaban la ropa porque se dedicaban a eso».
Don Enrique explicó que al llegar conoció en primer lugar a Jones que era Secretario del Colegio Nacional y también al Dr Margara.
«Por esa época yo ganaba acá 1.400 pesos y ahorraba 1.000 y pensar que en Santa Fe trabajaba por 260 pesos por mes».
«Esto era el desierto de Sahara por ese tiempo. Recuerdo que cuando cobre mi primer sueldo a los 3 meses, enseguida fui a ver a mi familia. Al año siguiente las cosas acá iban bien, pero yo no congeniaba con el gobierno nacional y estaba que no aguantaba más acá, asi que fui hablé con mi novia y mi madre y les dije me voy a probar suerte a Estados Unidos. Ambas pusieron el grito en el cielo y terminé casándome a los 15 días y viniendo a vivir acá con mi señora Irma con quien estuve 4 años de novio y 62 casados».
 Luciendo una memoria prodigiosa Dn. Enrique decía:
«Ya instalado definitivamente en Trelew nos juntamos con un hermano de «Fito» Joaquín que era abogado y con el contador Héctor Garzonio habrimos un Estudio Jurídico en la calle 25 de Mayo 125, en una casa de piso de alto pegadito a Bianchi Bones. Pasado un tiempo Joaquín regresó a Buenos Aires y Garzonio a Esquel».
«Luego tomé al Contador Carlitos Román entre otros y nos mudamos a Fontana 26 por cuestión de comodidad, le alquilamos ahí a Larregina, quien es el dueño de los campos donde se encuentra la reserva de pingüinos».
Con un indisimulable orgullo dijo:
«Sabe ese estudio que inauguramos en 1954 es el actual Riba y Asociados, el que hoy es llevado adelante por mi hijo el Cdor Enrique Riba y los cuatros contadores que puse cuando quedé solo».
Como para darnos pie Dn Enrique remató esta parte del relató afirmando «Yo trabajé en el estudio hasta los 60 años, ahí dije basta y cambié de aire. Me ocupé del campo y de disfrutar la vida viajando a las Olimpiadas».
 

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