Regionales

El radicalismo debe marcar la diferencia

Es indudable que la situación del radicalismo chubutense ha mejorado ostensiblemente con relación a la que estaba desde el 2003.

Eso se puso claramente de manifiesto en las elecciones legislativas donde logró que un representante suyo ocupara nuevamente una banca en el Congreso Nacional. El abogado comodorense, Gustavo Menna poniéndose el partido al hombro lo sacaba del resbaladizo tobogán en el que se deslizaba y se convertía en diputado nacional. Con un discurso sin aliados, que caló hondo no solamente entre los afiliados, sino también en amplios sectores de la sociedad que le dieron su apoyo cuando concurrieron a las urnas. De ahí entonces, que con justa razón se le adjudicara la paternidad de el resurgimiento del partido yrigoyenista, que tiene una rica y valiosa historia también en nuestra provincia, donde desde los tiempos de su pertenencia a los Territorios Nacionales fue inarriable bandera de la democracia e insobornable tribuna de la libertad y defensora de los derechos humanos sin discriminación alguna, como ocurre actualmente.
Frente al convulsionado panorama político de la provincia donde la corrupción y el abuso del Poder que ya tiene muchos funcionarios presos, es evidente que el partido que otrora se identificaba con la boina blanca, en estos momentos tiene un leve viento a favor y es probable que en las próximas elecciones, vayan por el gobierno provincial el flamante diputado nacional y el ex senador nacional, Mario Cimadevilla, como corresponde en toda democracia, serán los afiliados quienes lo decidirán en comicios internos. Pero paradójicamente, ahí están las dudas y el temor de quienes, con sobrada experiencia, piensan que por la prevalencia de intereses personales esos comicios en vez de robustecer al partido lo debilitan si imperan los agravios personales y la destrucción del adversario supera a la propuesta de ideas superadoras. Hacían muchos años que el radicalismo no estaba en una situación tan auspiciosa como lo está actualmente. No creemos que sea una exageración afirmar que en estos momentos su futuro está en manos de Cimadevilla y Menna. De la responsabilidad y sensatez de ellos depende. El desprestigio de la política y de la mayoría de los políticos es muy grande. El radicalismo debe tener plena conciencia de ello y actuar en consecuencia si quiere marcar diferencias con quienes hicieron tanto daño.

 

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