Regionales

Las crisis

En estos días pareciera que las crisis que azotan a nuestro país y también a la provincia son las consecuencias de no saber gobernar.

En el caso del país, tras un gobierno de corte populista que complicó las finanzas, es difícil componer la situación para encarar una nueva etapa de crecimiento, que nos lleve a ocupar en el mundo el lugar que hace muchos años tendríamos que tener, pero los vaivenes del ir y venir sin un rumbo fijo, donde toda la ciudadanía acompañase a los diferentes gobiernos, en una suerte de mirar por la República y la consecuencia de los distintos tipos de dirigentes que nos tocó y aún toca para encauzar un derrotero que nos lleve a esa grandeza, aún parece una utopía difícil de alcanzar y no se alcanza a ver un proyecto de país.
Casi todo nos hace mirar hacia atrás desde el comienzo mismo de nuestra formación como Nación. Si pensamos que casi pasaron sesenta años desde nuestra independencia hasta tener un Estado unido, nos damos cuenta de lo que nos cuesta ir tras un objetivo común.
El caudillismo primero en las provincias y luego en la Nación, nos demuestra en qué forma hemos andado por esta vida, sin dejar de lado los golpes militares producidos en aras de un orden que nunca existió, de tal manera que en ese desorden, hasta nos llevaron a una guerra sin sentido donde se perdió mucho más que lo material.
Sesenta años de una ideología donde todo es regalar sin que exista el mínimo esfuerzo, nos ha llevado a situaciones donde de la euforia de tenerlo todo, no tenemos nada, sin que se enseñara a las generaciones que en el esfuerzo de cada uno implica la grandeza de nuestro destino.
Paralelamente las prácticas cada vez más acentuadas donde los vicios de toda especie van superando a la educación que algún día existió y ahora parece que se desdibujó en el libreto, van haciendo que las responsabilidades caigan en una pendiente difícil de arreglar y desde ya nos complica aún más en el futuro.
Pero uno no quisiera ser fatalista, aunque en un análisis de la situación cuesta apartarse de ese concepto. Y si aún nos queda la esperanza de que aparezcan hombres comprometidos con el país, con las buenas costumbres y con la ciudadanía, y como los grandes prohombres de nuestra historia no se encuentren solos para encarar este gran desafío que es sacar un país adelante. Una gran tarea, complicada de encarar, ya que deberán reformularse desde las raíces los conceptos de patria, esfuerzo, capacitación y tantos otros valores que por muchos años se dejaron de lado.
Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, y en este caso debemos pensar en positivo, ya que de otra manera será muy, pero muy difícil salir adelante. Ojalá tomemos conciencia. Y en el futuro sepamos elegir candidatos y votar desechando los cantos de sirena de los salvadores de no sé qué cosa. Pero también sepamos poner el hombro para solucionar nuestros problemas. Una convocatoria nacional nos hace falta. ¿Podrán los argentinos despojados de intereses mezquinos y personales, lograrlo?

 

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