Regionales

El avance de la oscuridad

Hace algunos días hemos observado la narración en un programa nacional respecto a una de las realidades de nuestra provincia. Daba dolor escuchar las anécdotas de los pobladores.

Es cierto que, sin ocuparse de lleno ningún medio de comunicación nacional de las posibles conductas de corrupción en el ámbito del gobierno, nos mostró a pleno la oscuridad de nuestra situación. Una situación que si bien se verificó en la localidad de Río Mayo, sus calles en horas de la noche y los problemas de los habitantes y el horario de las escuelas, no escapa a otras localidades como Gobernador Costa, San Martín, parcialmente en Tecka, y otras localidades del interior, donde prácticamente es imposible transitar en el horario en que no está encendida la antorcha del sol.
 En una provincia donde el anterior gobernador sostenía que no existían pueblos pequeños y grandes, en cuanto a la solución de sus necesidades, lo cierto es que la existencia de desigualdades hoy se está demostrando. Posiblemente eran iguales, considerados como objetos de negocios, caso de los cordones cunetas y las calles pavimentadas donde nadie las podía aprovechar pero, la forma en que se las ha condenado a vivir en la oscuridad, demuestra la hipocresía en el contenido de aquellos discursos.
Hoy, suponer que la solución sólo será posible luego de conectar los pueblos al sistema interconectado nacional de energía, es una falacia. Y se convierte en una falacia no porque el proyecto implique una gran imaginación y no sea posible, sino porque el proyecto en esta situación económica y financiera, como la que tenemos, importaría una inversión de gran envergadura que a corto plazo resultaría como imposible si no es acompañada de financiación. Mientras tanto no pueden abandonarse los pueblos e invitarlos a vivir colectivamente sólo desde que amanece y sale el sol a cuando cae en el firmamento. ¿No será que la oscuridad nos ha invadido la inteligencia?
Si es así no lo solucionamos sólo con el ministro de Infraestructura o la designación de un secretario de Servicios Públicos, aunque rápidamente se pongan al hombro el mapa territorial del Chubut adecuadamente.
Yo creo que en los momentos difíciles es donde se puede observar, en la tarea de gestión y de administración de la cosa pública, la verdadera vocación para dirigir los destinos de la sociedad. Es necesaria la reflexión de los sectores dirigentes. No suponer que lo urgente obliga a no transitar los caminos del diálogo y el entendimiento, para ocupar un espacio del tiempo y analizar el cómo podemos salir de esta crisis en la que estamos inmersos. Que la Justicia actúe como corresponde y que profundice hasta el hueso el tema de la corrupción es su propia obligación. No haberlo hecho cuando correspondía no le quita su obligación actual. No obstante eso, la dirigencia honesta y seria debe serenamente resolver los conflictos que hoy paralizan a casi la totalidad de la población.
Es necesario poner en marcha las fuentes productivas de la provincia. La generación de riqueza obliga a que se realicen las inversiones en sectores básicos de la economía. Aprovechar competitivamente las oportunidades que puedan poner en valor tanto a los sectores industriales como de servicios. Esta primitiva planificación, en forma simultánea y veloz, debe realizarse para generar los ingresos que cubran racionalmente las expectativas. Hoy son exigidas como si las mismas pudieran darse en forma mágica y eficaz. Una provincia que tiene un déficit mensual abultado, producto de la irresponsabilidad de gestiones de gobierno, que nunca tuvieron en cuenta los intereses de los chubutenses, sino los propios y los de los amigos, es imposible que de un día para otro pueda cambiar la luminosidad. 
De la oscuridad estamos obligados a volver a la luz. Esa misión se encuentra repartida entre varios responsables que no pueden escapar a sus obligaciones, a las que nadie los ha empujado, sino que la han buscado por una ambición normal de ejercicio del poder, para satisfacer, en las mejores condiciones el bien común. Un ex presidente latinoamericano llegó a sostener «no son los nombres lo que ahora importa sino la disposición de correr riesgos y de saber de la trampa de la lucha partidista electoral para entrar en la gran escena de la opinión pública». Quizás ese pensamiento nos ayude.

 

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