Regionales

Los inversores extranjeros, como las tropas de Alais

Es común que en los corrillos políticos nunca falte quien apela al humor para alterar el clima de solemnidad que algunos pretenden darle a esas cotidianas tertulias donde todos los asistentes son expertos en algo y, por supuesto, tienen soluciones para todos los problemas.

La mayoría, con la portación de desgastados portafolios y voluminosas carpetas. Y otros, con un libro bajo el brazo, a los que Jauretche sabía llamar de «sobacos ilustrados». Todo se aunaba para configurar un cuadro de intelectualidad que a muchos de ellos les cuesta mantener.

 


En una de esas habituales tertulias celebradas en una confitería céntrica de esta ciudad, el tema central era la difícil situación en la que está inmerso el país y los anuncios oficiales sobre la inminencia de la llegada de empresarios extranjeros para invertir en obras de envergadura que la Nación por razones económicas no estaba en condiciones de realizar, cuando uno de los parroquianos que generalmente escucha más de lo que habla y que en ese momento estaba concentrado en el consumo de crocantes medialunas, sorprendió a todos comparando a los empresarios foráneos con las tropas del general Alais. Como se recordará, en el momento de la sublevación de un grupo de militares al mando del coronel Aldo Rico, se le había ordenado a Alais que se trasladara con su tropa, que tenía asiento en Córdoba, a Buenos Aires, para sumarse a las que defendían el orden constitucional. Pero dicha agrupación militar nunca lalegó al territorio bonaerense. Todos los días se anunciaba su arribo, pero pasaba el tiempo y Alais no aparecía. No obstante el clima de incertidumbre y preocupación que se vivía en ese momento, el ingenio popular se encargaba de humorizar la actitud del citado jefe militar y sostenía que su tardanza en llegar podría deberse a alguna de las siguientes razones: que venían caminando o transportadas en carretas tiradas por bueyes, o también en su convencimiento  personal de que «soldado que huye sirve para otro combate», como afirma un dicho popular. La verdad de la milanesa es que esas tropas nunca se movieron de Córdoba.

 


Humoradas y anécdotas aparte, lo cierto es que la analogía es aplicable. No hay día ni discurso oficial que no asegure la llegada de esos imprescindibles empresarios para sacar del prolongado estancamiento en el que está el país. Según esas reiteradas y optimistas afirmaciones, prácticamente estarían sobrevolando el aeropuerto de Ezeiza con sus valijas repletas de euros y dólares. Quizás sea cierto que están sobrevolando el «Pistarini», pero, lamentablemente, aterrizan en los países vecinos, donde cuentan con las garantías jurídicas que nosotros no les podemos dar. Qué podemos garantizarles si tenemos procesados a quienes ocuparon la presidencia de la República en los últimos años y ya están en las cárceles quienes fueron importantes miembros de su gabinete. No somos confiables.

 


La esperanza de que esa situación sea revertida no se ha perdido, pero también es cierto que amplios sectores de la sociedad la están pasando muy mal y la decepción cunde. Y en esos sectores están quienes quieren que el pasado vuelva, y quienes piensan que volver al pasado es encaminarse hacia Venezuela. Y eso asusta. En las últimas semanas, puede afirmarse que se ha recuperado la esperanza de que el duro camino elegido por el actual gobierno es el indicado para el progreso de la República. El recibimiento que ha tenido Macri en el exterior y la atención con la que ha sido escuchado, fue importante, pero el tiempo apremia y la gente quiere que de una buena vez los anuncios se concreten en hechos.
 

 

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