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Al final «no morirá con las botas puestas»

Contrariamente a lo que aseguraban muchos de los leales seguidores del ex intendente municipal de Trelew, Máximo Pérez Catán, de que estaba decidido «a morir con las botas puestas» en su intención de presentarse como candidato a diputado nacional y enfrentar al gobernador de la Provincia en disconformidad con lo que había resuelto en Cholila, donde eligió a quienes representarán al Chusuto -ahora «Chupato» por el concurso de nuevos y extraños adherentes-, en el Congreso Nacional, ha resuelto abandonar esa idea.

Lo hizo después de mantener una reunión a solas con el mandatario, que le habría dado las necesarias explicaciones por las cuales no lo había tenido en cuenta. Y, seguramente, le habría aconsejado que siga participando, como también lo habría hecho anteriormente con Gustavo Mac Karthy, y Gustavo Sastre que de ignota trayectoria política había logrado cierta notoriedad al ser mencionado por Das Neves como el cuarto que estaba en las «gateras» con similares chances de alzarse con la victoria en esa apasionante carrera, cuyo premio era una banca en el Palacio de las Leyes. Pero, llegó la hora de la verdad y el piso del Club Belgrano de la hermosa ciudad cordillerana, quedó alfombrada de boletos rotos. Las caras largas superaron con creces a las de alegría. No les fue fácil a los nombrados digerir la pastilla sin edulcorantes que sin previa prescripción les había suministrado el creador y líder absoluto del partido oficialista.

 

Mucho más grande y preocupante fue la decepción sufrida por la mayoría de la militancia que no en pocos casos prometieron expresar en las urnas ese generalizado desencanto. De manera que será ardua la tarea que tendrán los eliminados de esa contienda, para evitar posibles desbandes. Tendrán que convencerlos, como dijo Ricardo Sastre, quien fue uno de los que no ocultaron la desilusión, que «donde manda capitán, no manda marinero». Un concepto castrense que no tiene nada que ver con la democracia, pero que en el caso que nos ocupa, es de correcta aplicación.
Lo cierto es que con la renuncia a la candidatura de quien parecía que se iba a convertir en el Randazzo de Das Neves, ha vuelto la tranquilidad al oficialismo que intensifica la campaña preelectoral sin sobresaltos. Es que en la incomprensible política criolla ya no quedan muchos Labrunas -en alusión al futbolista que nunca cambió de camiseta-, como tampoco son muchos los políticos que «murieron con las botas puestas», como estaba decidido Errol Flynn, en esa celebrada película estadounidense filmada en 1941.

 

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