Santa Cruz y Venezuela, postales para mirar en octubre

Seguramente será una nueva oportunidad de que los chubutenses, como en todo el país, ratifiquen lo que tan claramente pusieron de manifiesto en los comicios pasados, de que están hartos de gobiernos populistas que necesitan que la pobreza y el analfabetismo ocupen amplios espacios en la sociedad, porque gracias a esos flagelos tienen asegurada su permanencia en el Poder. Necesitan de la resignada conformidad de los pobres para tenerlos sometidos a sus intereses políticos. Necesitan que en cada una de sus viviendas, falte una chapa para el techo, una frazada ó un poco más de pan para llevar a sus humildes mesas. Ellos, sobre todo en vísperas electorales, están prestos a canjeáserlos por votos. Hace ochenta años que estamos viendo esto. Las excepciones son escasas, demasiado escasas. Cómo, entonces, nos vamos a sorprender que se opongan a la explotación de las inmensas riquezas naturales que encierra el vasto territorio nacional. Cómo nos vamos a sorprender que se recurra a las inversiones foráneas para poner esas riquezas en la superficie generando fuentes de trabajo con salarios dignos. No nos debe sorprender. Esa actitud de quienes han hecho de la demagogia el «caballito de batalla» para ganar elecciones. Lo hacen en defensa propia. Saben que un pueblo feliz no los votaría jamás. Muchos se han enriquecido a costa de los pobres, de los analfabetos, de las necesidades ajenas. No hace falta salir del Chubut para comprobarlo. En octubre, deben romperse esas invisibles pero fuertes cadenas que han esclavizado a quienes sufren esos flagelos. No hay que temerle al cambio. Santa Cruz es una postal que habla con singular elocuencia de la corrupción instalada por el kirchnerismo. Y Venezuela, es otra que nos muestra cual sería nuestro destino, si la versión femenina de esa caricatura del peronismo hubiera seguido en la Casa Rosada.