Regionales

Hasta ahora la delincuencia ha triunfado

Menuda responsabilidad ha asumido el joven y dinámico abogado comodorense, Federico Massoni. La Secretaría de Seguridad y Justicia ha sido hasta ahora una trituradora de cuanto funcionario estuvo a su frente en los últimos años.

Algunos de ellos con sobrada experiencia en la materia y otros, ni con la más pálida idea. Generalmente, unos y otros se fueron sin pena ni gloria. Y el reinado de la delincuencia se mantuvo sin sobresaltos. Podría decirse que se movió con suma tranquilidad. No les quitaba el sueño el dineral que el Estado invertía en dotar a la institución policial del personal y los medios que consideraba aptos para terminar con ese flagelo. Por supuesto, que el auge de la delincuencia no es una cuestión exclusiva de Chubut. Abarca todo el territorio nacional y afecta a todos los sectores de la sociedad. E incluye, desde la proliferación de la droga a todos los delitos contemplados en el Código Penal. Pero en nuestra provincia el nivel alcanzado en los últimos meses fue realmente alarmante. Al extremo de que la gente parece estar resignada a vivir en ese clima de temor y angustia. Y se ha llegado al caso de que muchos delitos no se denuncian en el convencimiento de que es una pérdida de tiempo. La rapidez con que recuperan la libertad los delincuentes cuando son aprehendidos -algo que no es frecuente que ocurra-, es la principal razón que alegan para no hacerlo. El sentimiento de desprotección es unánime. Los habitantes de las ciudades, de los pueblos y aun del campo, han quedado librados a su propia suerte.
Ahora, se ha cerrado una puerta y se abre otra. La ciudadanía chubutense que ya ha sufrido muchas decepciones, con moderado optimismo espera que por ésta aparezca la solución. Si no la definitiva, por lo menos la atenuación de un problema que ya tiene visos de dramatismo. Desde ya que no se pueden esperar milagros. La delincuencia está demasiado arraigada en la provincia como para erradicarla rápidamente. Pero la presencia de Massoni, un hombre con alguna experiencia en la materia y de cuyo dinamismo y capacidad de trabajo ha dado acabadas muestras, permite alentar la esperanza de que pueda revertir la preocupante situación imperante. Para ello contará con el aporte del comisario mayor Miguel Gómez, que ha sido designado jefe de la Policía. Hablar de la reputación de Gómez sería una redundancia. Alcanza con señalar que cuando injustamente fue separado de la fuerza, atribuyéndole errores que no había cometido, el reclamo interno y externo para su reincorporación no supo de pausas. El nombramiento para tan alto cargo ha sido una reivindicación a sus innegables méritos. Y habla también muy bien de la hidalguía de quienes propusieron aquella sanción, al reconocer el error que se había cometido.
 

 

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