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La Justicia que no es tal

El dilema de nuestros días es saber cuál es el bien y cuál el mal y como diferenciarlo. Esto viene a cuento por todo lo que vemos cotidianamente, donde pareciera que todo tiende a ser malo y que a nadie le importa que esto ocurra.

Me refiero a los acontecimientos que nos trasmiten los medios de comunicación, donde el bandido parece que tiene más protección que aquel ciudadano que se comporta honestamente. Las leyes de nuestro país y quizás en otros también: Son lo que se puede decir: muy blandas, y nadie se preocupa por modificarlas, de tal manera que podemos hoy ver que un ex presidente que causó problemas graves a personas y patrimonio, no es juzgado y condenado convenientemente.

 

Un delincuente que tiene treinta o cuarenta entradas a la cárcel, sigue tan campante haciendo fechorías que son contempladas por el empleado policial que se pregunta para que trabajé tanto y en ocasiones hasta arriesgé mi vida. Pareciera que las personas que tienen que actuar tuvieran miedo de hacerlo. Y entonces la Justicia deja de ser tal, para permitir el desorden.

 

Hay ocasiones en que uno no se explica cómo puede actuarse ante un caso de violación de menores, por ejemplo, ya que está comprobado que el violador no se recupera, entonces no se procede con el rigor que el caso  se merece. Podrá hablarse de tal o tal código o leyes, pero la realidad es lo que debiera primar.
Un párrafo aparte merece mencionar los tan mentados derechos humanos, que parece protegen más a los humanos que andan por la izquierda que los que lo hacen por la derecha, aunque los desmanes y despropósitos que realizan sean terroríficos. Así están las cosas.    

 

En estos momentos se cuestiona si algunos acusados de prácticas «non santas», deben ser beneficiados con no sé que código, lo cierto es que la ciudadanía está cada vez más confusa y ve con preocupación el accionar de los acusadores.
La lentitud de los juicios que en algunos casos llevan años, tampoco es una justicia real y pareciera hecha a propósito para que nadie vaya preso. El común  de la gente que transita la calle, ve con preocupación que pareciera que todo está hecho para proteger al bandido y al infractor y no para protegerlo a él de los delitos.  

 

Quizás algún día tomemos ejemplo de aquellos lugares donde si robás te cortan las  manos o en el mejor de los casos te fusilan, como ocurrió hace unos días en un país asiático, u otro lugar donde de una cantidad enorme de presos fue reducida drásticamente pasando de ser uno de los países más inseguros a uno con una seguridad digna de destacar. Y esto no es apología de nada ya que lo que menciono tiene estado público y comentado por la prensa de todo el mundo.

 

En estos días vimos como desaforados destruían el patrimonio de todos los argentinos al amparo de un libertinaje que raya en la barbarie de las cavernas. La democracia da para todo y es difícil que ciudadanos educados puedan realizar estos atropellos, pero las malas costumbres instaladas en sectores de la población nos llevan a estos desmanes, como si no hubiera otra forma de peticionar. Los legisladores que no supimos votar merecen un capítulo aparte.

 

 

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