Temor a «los cantores de las cosas nuestras»

El cachetazo que le ha dado Diego Correa y su banda lo ha dejado a centímetros de besar la lona. Mucho tiempo, muchos kilómetros recorridos, mucho esfuerzo, muchos días de dormir poco, le insumió a Mario Das Neves organizar un partido provincial que tiene trascendencia nacional, y en mucho menor tiempo practicamente se lo destruyeron quienes habían sido sus colaboradores más íntimos, hombres y mujeres considerados como de la familia. «Cría cuervos y te sacarán los ojos», dice un duro refrán criollo. En esa banda que capitaneaba el inescrupuloso émulo del Gordo Valor, figuran abogados, escribanos, contadores, comerciantes y empresarios que comparten el mismo calificativo. Y también muchos de quienes el extinto mandatario consideraba jóvenes brillantes, pero que a la postre demostraron que su brillo era el de una moneda falsa. Hoy la mayoría de ellos están dispuestos a concurrir voluntariamente a la Justicia para confesar pecados propios y ajenos, con la íntima esperanza que las frías esposas no les una las manos en la espalda.
 El pánico cunde y la posibilidad de pasar a ser obligados habitantes de la «sórdida gayola», como dice el tango, les quita el sueño. Precisamente es lo que más preocupa en estos momentos al dasnevismo. Que «los cantores de las cosas nuestras» destapen la olla de podrido contenido que estuvo herméticamente cerrada durante tantos años donde la provincia, como el país, fue territorio liberado para el robo y la comisión de toda clase de abusos por parte de quienes fueron democráticamente elegidos para que la administre.
No le será fácil al Chusoto recuperarse de este terremoto en el que tiene responsabilidades. Lo que ahora salió a la luz con tanta fuerza ya se sabía hasta en los jardines infantiles. Y el «roba pero hace» era un generalizado concepto de una sociedad que parecía anestesiada. Como en toda escuela, siempre aparecen alumnos sobresalientes.