Por Emilio Balado

La verdad de la milanesa

 Así decíamos antes cuando queríamos aclarar algo, porque mucho se escribirá y dirá en estos días de los problemas que afectan a esta nuestra querida provincia del Chubut, pero en un análisis de la situación no debería sorprendernos tanto cuando decimos interminablemente: «Sepa el pueblo votar».

 Aunque pensándolo bien, cuando nos venden las imágenes de los candidatos, todos son el Santo de la Espada ¿Que ocurre después? Que el poder, salvo notables  excepciones envilece, y generalmente en un gobierno donde muchos son los participantes, hay de todo y aunque siempre puedan ser honestos, es muy probable que algunos de los miembros no lo sean tanto, de tal manera que existen muchas formas de descontrol y una de las más usadas es la coima. 
De allí que el hombre común de la calle se entere por lo bajo, de algunos negociados «no santos», que indudablemente son comentarios callejeros, pero que dejan la duda sobre el tratamiento de la obra que se construye, el permiso y las licitaciones condicionadas. Se habla de tal o cual cosa, de empresas que no se radicaron en la Provincia o en algún municipio por esos cuestionamientos del «dame algo». Indudablemente casi siempre es difícil probar una de esas maniobras, pero a veces el «pero» se destapa y ocurre lo que estamos viendo en el presente. Pareciera que en el escenario todo es perfecto pero si se arrima uno a las bambalinas aparece la mugre que no se ha barrido.
  Elogiar mucho a un actor sin saber que hay en la trastienda puede llevar a un grueso error y así uno se desayuna en algún momento de su mala actuación cuando se corre el telón: «Destapa la olla», diría yo. Y eso está ocurriendo en nuestros días, tanto en el orden nacional como en el provincial, este último nos toca más de cerca, por conocer mejor a los protagonistas.
 Pensar en aquellos hombres que lo dieron todo por sus ideales y como en el caso de un Pepe Mugica o de un Umberto Illia que salió más pobre que cuando llegó a la presidencia de la Nación, quizás hoy serían tildados de idiotas.  Pero desde ya que siempre será una mayoría la honesta que piense que esos valores deben permanecer a pesar de unos pocos delincuentes. Claro está que esa inmensa mayoría no aparece en los medios de comunicación siendo noticia y solo puede comentar y protestar hoy acompañado de las redes sociales, pero que su protesta no alcanza para poder definir el destino de tanto bandido suelto.
 Es de esperar que esta vez la Justicia actúe como es debido y como las  instituciones y la población se merecen para poder pensar que la sagrada balanza no se inclinó y aún permanece horizontal, porque nosotros los ciudadanos de todos los días nos merecemos algo mejor. Que la República pueda dormir dentro de un ejemplo de conducción. Es indudable que en los momentos que nos toca vivir quizás sea mucho pedir, pero debemos volver a los tiempos de nuestros abuelos y padres donde el HONOR era eso, con mayúsculas, donde había poco espacio para las grandes mafias que hoy se han incrementado en muchos casos al amparo del poder de turno.
Y en las próximas elecciones no nos dejemos encandilar por las bellas palabras y como dije al principio: Sepa el pueblo votar. Después es demasiado tarde para quejarnos.

 

 
 
 

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