Si era como sostenían sus allegados, no estaría exento de responsabilidad

Es que el escándalo que está en plena investigación tiene dimensiones aún desconocidas. Y es correcto, para definir esa dimensión, cabe recurrir el slogan que el gobierno sigue aplicando, de «superando límites», cuando destaca su gestión. En realidad, en el caso que nos ocupa, se ha cumplido con creces. Evidentemente desconocieron todos los límites.
Con respecto a este escandaloso descubrimiento, que ya tiene entre rejas a siete protagonistas y un número no menor en la lista de espera, ocurre algo curioso. En los círculos de más íntima vinculación con el mandatario fallecido, se asegura que quienes participaron en el mismo lo hicieron aprovechándose de que por su delicado estado de salud debió viajar con frecuencia a la Capital Federal, con la consiguiente resignación de sus funciones gubernativas. Sin embargo, en esas circunstancias, nada irritaba tanto a sus allegados, como las sugerencias de que las delegara, ante la evidencia de la gravedad de la enfermedad que padecía. Aseguraban, no sin vehemencia y enojo, que estaba en la plenitud de sus facultades y, consecuentemente, nada le impedía cumplir con su gestión. En los archivos de la prensa chubutense están las pruebas sobre lo que exponemos. ¿Cuándo se decía la verdad? Si era la sostenida por su círculo íntimo cuando sugerían su paso al costado, no será tarea fácil excluirlo de alguna responsabilidad en las dolosas maniobras de Correa y compañía. La verdad en algún caso estuvo ausente. Seguramente la verdad aparezca cuando esa especie del López Rega del dasnevismo que fue el ex policía federal que hasta hace unos pocos meses fue el hombre fuerte del gobierno que finaliza el próximo año, esté sentado, no diremos cómodamente, pero sí nerviosamente frente a la Justicia.