Regionales

A quienes ahora reniegan del Chusoto será difícil creerles

Como generalmente ocurre con las ratas cuando un barco está en peligro de hundirse, también suele ocurrir en los partidos políticos cuando entran en un cono de sombras de difícil reversión. Los argentinos tenemos una larga experiencia en ese sentido.

 Y quienes lo hemos visto desde 1943, como diría un porteño, lo sabemos «lunga». Está fresco en nuestra memoria, recuerdos de infieles y traidores que ocuparon sus buenos espacios en el periodismo de antaño. Como, -por ejemplo-, el protagonizado por el contralmirante Alberto Teissaire en 1955. Como se recordará, al fallecer Evita, el citado marino la reemplazó en la vicepresidencia de la Nación. 
Estaba en ese cargo cuando en septiembre de ese año es derrocado Perón. Y en una actitud que sorprendió a propios y a extraños, se puso al lado de los militares golpistas y les informó de todo lo que querían saber sobre los graves cargos considerados delictivos ó de abuso del Poder que le adjudicaban al mandatario destituido.
No en una medida tan alevosa como la narrada, pero siempre hubo casos similares en la historia política de nuestro país. Hipólito Yrigoyen lo sufrió en carne propia. Sus propios correligionarios, cuando fue desalojado de la Casa Rosada, asaltaron su modesto departamento de la calle Brasil en la Capital Federal y quemaron en la calle su no menos modesto mobiliario.
Cómo, entonces, puede sorprendernos ahora, el comportamiento de muchos dasnevistas que reniegan del Chusoto y se suman veladamente, y muchas veces no tan veladamente, a las acusaciones que generalmente se le formulan al creador de ese partido provincial que fue quien los sacó de un anonimato que seguramente llevarían a la tumba, por lo menos la mayoría de ellos. Que no hay dudas que la mayoría de los cargos que han tomado estado público y por los cuales ya hay procesados, son ciertos es innegable pero, no son ellos los más indicados para juzgar gobiernos a los que han pertenecido, donde la obediencia debida se cumplía con singular disciplina castrense. No les resultará fácil probar su inocencia. Fueron muchos los años en los que ocurrieron los hechos investigados, como para que los ignoren. Será difícil creerles que no tienen responsabilidades.

 

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