Regionales

La negación del crecimiento

Frente a la realidad preocupante del Chubut se puede advertir que sobresalen algunas ideas que, llevadas a la práctica, generarían más daño que soluciones.

Es que pretender efectuar un mayor gravamen a las fuerzas productivas provinciales o enmarcar como salidas solidarias el aporte compulsivo de sectores del trabajo, no resisten mucho análisis. Lamentablemente los hechos de un pasado reciente, y algunos más lejanos, que es de esperar no prescriban porque de delitos se tratan, generan, mas allá de ser incorrectos y merecer una sanción, una desconfianza general. Aunque algunos ocupen estamentos de poder seguramente tienen disminución de autoridad moral en la población, por extensión de hechos ajenos. 
Sin necesidad de efectuar un análisis pormenorizado, podríamos comenzar sosteniendo que, frente al endeudamiento que tiene nuestra provincia, poco ingreso se le generaría con tales medidas y no habría un resultado positivo. Por otra parte es de destacar el desequilibrio existente en materia tributaria que, en nuestra legislación, permite tener ciudades relativamente sin problemas, y siguen con la vista puesta en gastos superfluos, y una provincia con sus cuentas en rojo por muchas razones. Defraudaciones y robos al Estado, cantidades de empleados con lo que se pagaron los favores políticos y una superestructura que no tiene relación con el territorio ni la cantidad de población, entre otras cosas, que ya ocupan una larga historia. Por esa razón hay ejemplos que invitan a no seguirlos. Pero suponiendo las buenas intenciones de quienes proponen estas salidas salvadoras es que me atrevo a sostener que, de llevarse a la práctica, tornarían aún más crítica la situación por cuanto se estaría matando el crecimiento económico. 
Lo que necesitamos en Chubut es que exista una política de desarrollo efectivo y constante porque sólo a partir de este contínuo mejoramiento se podrá sostener y hacer progresar el todo social. Para eso se necesitan incentivos y éstos están en el extremo de las medidas propuestas. Imponer mayores aportes, impuestos o tasas lo único que generará es que quien desee progresar no lo haga, quien desee invertir reflexione sobre su determinación, quien se preocupe por su establecimiento ganadero y desee aumentar sus majadas pierda interés en su capital y quien obtenga hoy una renta, que es lo que genera la inversión de capital y la estimula, piense en otra provincia y no precisamente en la nuestra. ¿Es eso lo que queremos? 
Esta provincia hace décadas que no crece y ya nadie sabe cuál es su producto bruto geográfico. No nos preocupamos lo suficiente por los pequeños emprendimientos como los de alguna bebida artesanal y negamos las grandes inversiones, caso de la minería, que obligadamente debe ser tratada para solucionar, entre otras regalías, con seriedad los problemas que han generado las administraciones gubernamentales. Se nos acorta el tiempo de espera y a nadie se le cae una idea de cómo racionalizar el gasto público con un Estado elefantiásico. Esta provincia tiene menos habitantes que alguna localidad del gran Buenos Aires y no obstante eso tenemos un gasto político y reparticiones que hoy carecen de sentido. Ministerios, secretarías, subsecretarías y un ejército de asesores que seguramente, si no existieran como tales, sus integrantes podrían poner su capacidad creativa al servicio no sólo de sus apetencias individuales sino a la de un conjunto competitivo y eficaz que permita el avance del conjunto. 
Necesitamos energía y al aporte de inversiones en el sector no le debemos imponer gravámenes. Si somos generadores de energías alternativas debemos saber liderar estas políticas con las consiguientes ventajas para poder ofrecer un insumo básico para el desarrollo industrial y permitir el crecimiento de las distintas zonas del territorio provincial. La única forma de poder destrozar a la pobreza es con educación, capacitación y trabajo digno y en estos sectores tienen que haber aportes del Estado y del sector privado. El sector privado debe aportar el capital dado prácticamente el quiebre del Estado. El ejemplo que nos ha dado Petrominera como sociedad del Estado es un ejemplo de cómo se han malgastado los dineros públicos, ingresando en negocios oscuros y por ningún funcionario aclarado, ni investigado ni exigido por la Justicia. Sólo  se han dado respuestas a sectores interesados en obtener las mayores ventajas de un organismo que pretendió ser reconocido por su capacidad de inversión y de control y que nada le aportó al erario público. Sería interesante saber a qué se dedica su directorio y cuáles son los objetivos que justifiquen su existencia. 
No será con magia que saldremos de esta situación, pero si con un cambio de rumbo que alimente la creación de riqueza que seguramente potencialmente tenemos.  
 

 

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