Regionales

A dónde vamos

Tal como están las cosas es difícil predecir un futuro cierto, porque si analizamos el día a día, nos damos cuenta de que son muchos los pro que juegan en contra.

La educación, la urbanidad, el interés por el prójimo, el desempleo, las migraciones escapando del horror, la inseguridad, los amigos de lo ajeno, y tantas y tantas calamidades y desencuentros. Nos hacen pensar: ¿En qué mundo vivimos?   
Si bien a través de la historia todas estas cosas pasaron, pareciera que en el presente se han agudizado. Y eso ¿por qué? Quizá sea por el aumento de la población, tal vez por otra serie de factores que no alcanzamos a dimensionar, pero que la crónica y el trajinar diario nos hace ver que están allí latentes y que no podemos evadirnos de esa realidad.
Indudablemente la ambición del hombre por superarse hace que se tomen dos caminos: El recto que lleva a lograr metas prefijadas o de oportunidades, o el sinuoso que descoloca el precepto de lo ordenado y transita disciplinas no muy santas. Algo de lo que tanto nos enteramos por estos días.
Así las cosas, debemos seguir caminando el día a día, pero desde ya pensando   en afrontar el mañana ante tantos despropósitos. Quizás uno se queje por quejarse u observar por observar, pero lamentablemente esa realidad nos vuelve a la realidad verdadera, cuando no comprendemos por qué el ser humano tiende a la autodestrucción futura. 
El rápido avance de la tecnología hoy nos lleva a ver los primeros humanos robotizados portando un teléfono portátil, como anunciándonos el futuro de un mundo más deshumanizado, donde primarán los mecanismos por sobre los sentimientos.
Analizar esta situación con mirada futura tal vez nos saque de contexto, pero en estos momentos que las buenas costumbres (o a lo mejor no era así) se han desmadrado en muchos aspectos; la realidad nos golpea. Ver a un niño que no interpreta lo que lee o a un joven que delinque, sumados a los individuos que no miden horizontes con tal de enriquecerse, causa pena. De la venta de droga, de armas que producen las guerras en aras de oscuros intereses, pareciera que intentaran desplazar a tanta gente que a través del arte, la ayuda humanitaria, las obras de bien y otras manifestaciones de buena conducta (o estaremos equivocados con ese pensamiento) no logran balancear hacia un mundo mejor, donde la armonía y los buenos ejemplos y acciones no parezcan una utopía.
Hace muchos años, una publicación de ciencia-ficción hablaba de un mundo donde todo era armonía y no existían los conflictos de ninguna clase y donde sus habitantes tenían prácticamente todo resuelto por las mentes ordenadas. Seguramente se refería a algo así como el Edén antes de la serpiente. Soñar en positivo no cuesta tanto, mientras no despertemos del sueño y nos traiga a esta realidad que vivimos.

 

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