Regionales

En la «educación al soberano» el periodismo tiene responsabilidades

Ayer se celebró el Día del Periodista en un momento donde la prensa no escapa a la profunda crisis económica y social en la que está inmerso el país, y cuyas consecuencias también se están pagando en nuestra provincia.


Fue una fecha propicia para destacar la importancia que tiene la prensa independiente en la democracia. Se dice con acierto que es la base de la preservación y que le garantiza al ciudadano su más estricta observancia. Nos referimos -claro está- a la ejercida con absoluta independencia de los poderes del Estado. Es que en ella tiene el gobernante a su mejor colaborador, porque además de marcarle sus errores, lo mantendrá informado fehacientemente de las necesidades e inquietudes populares. Algo que generalmente no hacen sus más íntimos colaboradores. Sobre lo que hay mucha experiencia en nuestro país. De ahí el valor del periodismo que informa con mesura y del que analiza con objetividad hechos y conductas de los funcionarios públicos. Es tan dañino para la democracia el periodismo sistemáticamente opositor, como el que hace de la genuflexión la razón de su existencia. El primero tiene asegurada su perdurabilidad, cualquiera sea el color político del gobernante. El otro tiene fecha de vencimiento.
En la Patagonia en general, y particularmente en el Chubut, el periodismo en cualquiera de sus expresiones goza de un bien ganado prestigio, porque se ha mantenido fiel al concepto que le asigna responsabilidades en lo que Sarmiento llamaba «educación del soberano». Hace docencia y es el barómetro que mide el nivel cultural de los pueblos. No ha entrado en el «amarillismo» frecuente del periodismo de muchas grandes ciudades del país, donde la procacidad y el mal gusto predominan.
Nuestro periodismo, el periodismo patagónico, felizmente no se ha contagiado. La seriedad, el cuidado del lenguaje, han sido siempre reglas de oro respetadas. Como lo es el respeto a la vida privada del prójimo. Es parte de un código no escrito de quienes hemos abrazado tan noble oficio, donde el lirismo opaca al materialismo, sin otra inquietud que no sea una innata vocación de servicio y la incontenible necesidad de expresar sus ideas con la esperanza de una mejor calidad de vida.
 

 

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