Regionales

Deben explicar para qué quieren gobernar

En estos momentos, en los que generalmente el desprestigio comprende a todos los partidos políticos y, lógicamente, también a la mayoría de sus protagonistas, sería bueno que el radicalismo se acordara que tradicionalmente fue un enfático defensor de la Democracia y, en consecuencia, volver a ejercerla internamente como siempre lo hizo, marcando una diferencia con el peronismo donde su creador impuso una conducción similar a la imperante en las Fuerzas Armadas, y se obviaban debates internos y hasta los candidatos a cargos electorales, eran designados personalmente.

Nadie se atrevería a discutirle ese derecho a Perón. Escandalizaba a los radicales, -como decíamos en una nota anterior-, pero a partir de 1983 empezaron a hacer lo mismo sin ponerse colorados. Así les ha ido. La ausencia de la participación de los afiliados en decisiones que era vital su participación, trajo aparejado que la indiferencia de los mismos se hiciera crónica y en muchos casos se dió la paradoja que en determinados comicios sacara menos votos que adherentes figuraban en los padrones partidarios.
Ahora, todo hace suponer que comienza una nueva etapa. Que retomará el camino abandonado. No sólo en lo interno, sino también en lo externo. Hasta las últimas elecciones en la que tuvo un notable repunte, anduvo a los tumbos. Asociado al partido liderado por el Presidente de la Nación, en los comicios para legisladores nacionales estuvo muy cerca del triunfo y logró ubicar en la Cámara de Diputados de la República al abogado comodorense Gustavo Menna, que en estos momentos es señalado, con Mario Cimadevilla, como probables candidatos al gobierno provincial.
Pero ese indicio de recuperación se esfumaría rápidamente si no es reforzada con la promesa, responsable y concreta, que en las próximas elecciones propondrá a la ciudadanía un proyecto de gobierno creíble, que tendría que estar en la calle para que la gente lo evaluara. El pueblo está harto de improvisaciones y sorpresas. Y ese hartazgo lo ha llevado a pensar que todos son iguales. Y va al cuarto oscuro porque es una obligación hacerlo.
 

 

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