UN BAÚL CON HISTORIA

Cuando nació mi hijo se hizo necesario y urgente un baúl para los juguetes. Y así hicimos, lo mandamos a hacer con un carpintero conocido y las maderas heredadas. En esa época albergó todo tipo de juguetes, muchos intactos de mi hermano, otros regalados y otros comprados por nosotros, los padres primerizos...

Como cajón de los juguetes permaneció bastante limpio y conservado. En la adolescencia de mi hijo fue territorio de pintadas con marcador, o con objetos punzantes. Nombres de grupos musicales y corazones con nombres de chicas quedaron estampados de manera indeleble. También recibió todo tipo de pegatinas, tanto de figuritas como de equipos de fútbol.

Más adelante quedó olvidado, ocupando mucho lugar y con cosas que no se usaban. Este año decidí mandarlo a reciclar, con una amiga que se dedica a tan hermoso trabajo: revivir la historia de la familia en un objeto. Le costó bastante, y lo logró.

Hoy está lleno de "cosas de mujeres" como decimos cuando hablamos entre nosotras. Lo miro y me recuerda a mi tío, a mi papá, a mi hermano y a mi hijo.

Quedó hermoso, y cumple una función.

Me encanta conservar y reciclar, creo que ahí está la clave de mantener nuestra historia familiar.

Cuando ya no ocupe este plano, alguien se acordará de mí al verlo, y así sucesivamente por todos los años del porvenir...