Fin de Semana

Ramón Curiche: enfermero rural de Gastre que ayudó a nacer bebés en medio de la meseta

En julio pasado, luego de 40 años de labor, se jubiló el enfermero Ramón César Curiche, profesional del Hospital Rural de Gastre, y que ha recorrido un largo camino en la meseta de Chubut. Enfermero que ha llegado a los campos a caballo, que ha quedado varado en medio de la nada junto a pacientes y chofer de la ambulancia por el mal estado de los caminos, que siempre llevaba, además del maletín, una linterna o un caldero. Y, entre tantas historias, recordar las numerosas vidas que ayudó a traer al mundo. Asistir y dirigir los partos en medio de la meseta.

por Zulma Díaz 14/11/2020 - 09.00.hs

Curiche se jubiló a los 63 años. Con mucha emoción, junto a su hija mayor Mirna, contó numerosas anécdotas de su trabajo.

 

Recordó su primer día, el 24 de julio de 1980, como agente sanitario, en las zonas rurales de Gastre, donde hacía sus recorridos a caballo. Luego trabajó en el Puesto Sanitario de Aldea Blancuntre, durante seis años: “También llegaba a los campos a caballo, pasando todo, frío y nieve. Iba a caballo a atender los partos, que no se hacían en el Hospital, sino en los mismos campos. Muchas veces, iba de madrugada galopando para asistir a algún parto”.

 

 

POCA LUZ Y CALEFACCION

 

 

De esa experiencia “me ha quedado mucho. No es fácil hacer un trabajo en el campo, con poca luz y con la poca calefacción que había en ese momento, que se atendía con un caldero o una linterna que sabía yo llevar en el maletín cuando salía a cualquier hora”.

 

Cuando se encendía el motor de la electricidad, podía llamar por radio a algún médico o solicitaba la ambulancia. Se desempeñó en Gastre y en las aldeas y campos de Yala Laubat, Blancuntre y Lagunita Salada.

 

 

ENFERMERO EMPIRICO

 

 

En el año 1986, “me convocaron para hacer una pasantía como enfermero empírico y me mandaron a Trelew. Así que hice el curso y me pasaron a Neonatología, donde aprendí un montón sobre los recién nacidos y los niños, que acá hacía mucha falta.

 

“Trabajaba con una enfermera muy capacitada, Ramona Vivanco, que fue la primera jefa que tuve en el Hospital Zonal de Trelew y quien me orientó en la educación para la salud”. Se desempeñó en Vacunación, Neonatología, Pediatría, Sala de parto, Enfermedades Transmisibles. Y luego, con todo lo aprendido, volvió a Gastre. En el año 1991 realizó el curso de enfermero auxiliar, y allí estuvo con la enfermera Norma Bonavía, “buena jefa también que me enseñó mucho”.

 

En 1992 fue nombrado jefe de Enfermería del Hospital de Gastre.

 

 

EL PARTO DE SU ESPOSA

 

 

Casado con Estela Heche, es padre de 4 hijos: Mirna, Leyla, Danila y César. Danila es enfermera y trabaja en Puerto Madryn; Leyla trabaja en el sector de Estadísticas. A César, su hijo menor, lo recibió como enfermero y padre.

 

Era el año 1989 “y mi señora estaba embarazada de mi hijo menor. El 23 de agosto la llevé a controlar y la doctora me dice que si andaba todo bienm el 27 se hacía el parto. Según la doctora nacería el 27, yo trabajaba de noche, el 24 trabajé de noche y me fui a mi casa a las 9 horas del 25, que fue cuando entregué la guardia . Mi señora estaba con dolor, con contracciones, cada vez más fuertes, la llevé al Hospital para que la revisen, no había médico y la otra enfermera no hacía partos. Así que vine a casa, me bañé y volví al Hospital a atender el parto de mi hijo menor, que nació el 25 de agosto, con 3,800 kilos de peso y 50 centímetros de largo”.

 

 

AMBULANCIA ENCAJADA

 

 

Las derivaciones y recorrer más de 400 kilómetros de ripio en la ambulancia fueron los temas recordados por Ramón, como la lluvia del año 2000 “veníamos con pacientes de Trelew, y traíamos abuelos arriba de la ambulancia, entre ellas, una abuela con fractura de cadera, venía de alta y muy dolorida, nos agarró una lluvia tremenda y se inundó todo, desbordó el Arroyo Perdido. Tuvimos que quedarnos toda la noche en Bajada del Diablo, con los abuelos, nos quedamos en la cabina”.

 

Recordó que la ruta tenía pozos de dos metros y cuatro de ancho, hasta que llegó la máquina y comenzó a emparejar; pero “estuvimos ocho horas en Bajada del Diablo”.

 

 

 

EL BEBE PREMATURO

 

 

En estos pueblos “siempre había un solo enfermero y había que ir a cubrir. Siempre hay que tener otros conocimientos, porque hay que salir a las 12 de la noche, que el enfermero vaya a su casa a controlar a los pacientes, en las aldeas no se lleva al paciente al puesto sanitario, hay que ir a la casa. Y si te llaman a la madrugada, no hay que olvidarse de llevar linterna”.

 

Con muchas historias, experiencias, conociendo y aprendiendo sobre su noble profesión sobre la marcha, pero en general su experiencia de vida “ha sido buena gracias al trabajo en la enfermería”.

 

 

Entre los años 1992 y 1993 “no había médicos y decidí hacer una derivación por un parto prematuro. Pero el bebé se adelantó y a 70 kilómetros nació, yo siempre iba preparado, así que llegamos hasta el Hospital de Gan Gan, donde había un enfermero, pero el bebé era tan chiquitito que no podía respirar. Había una incubadora y no teníamos donde enchufarla, así que le pusimos al bebé botellas y bolsas de agua caliente para mantener la temperatura.

 

“Salimos con la ambulancia a Trelew. Yo iba arrodillado, sujetando al bebé y la incubadora, y el chofer, Roly Cabañas, manejaba. Llegando a Las Chapas nos avisan por radio que ya iba llegando desde Trelew otro médico, el dr García, en una ambulancia equipada. Y el bebé iba con sus ojitos bien grandes. Treinta kilómetros más adelante, se nos rompió la ambulancia, pero el bebé ya iba en camino así que atendí a la mamá, le hice la higiene y la cambié y antes de llegar a Dolavon se volvió a romper la ambulancia”, recordó Curiche, señalando que ese nacimiento tuvo un final feliz. Cuando pudieron llegar a Trelew, ya el bebé succionaba  “y pudo crecer bien, habiendo nacido ochomesino en medio de la meseta”.

 

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