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Basura nuclear, nefasta herencia (V)

La paradisíaca Isla de las Orquídeas, de 42 km², está ubicada en la costa sureste de Taiwán, muy cerca de las Filipinas. La segunda isla más grande y uno de los paraísos más hermosos del país. Fue habitada hace 800 años por los ancestros de la población indígena Tao, quienes provinieron de las islas Batanes de Filipinas. Hoy tiene unos 5.000 habitantes afectados por una decisión gubernamental.

Durante el gobierno colonial japonés entre 1895 a 1945, se prohibió el acceso a los turistas, para desarrollar un área de investigación etnológica. Hasta 1967, ya con la República de China al mando, se mantuvo dicha decisión. Como resultado, las costumbres y culturas tribales se sostienen muy preservadas.

 

Su nombre se debe a que abundan las orquídeas Phlaenopsis. Anteriormente era conocida como la Isla Cabeza Roja, por los picos de las montañas similares a una cabeza humana roja, fenómeno que se visualizaba con la iluminación de las puestas de sol.

 

Actualmente recibe más de 100.000 visitantes mensuales, en especial durante los meses de mayo a septiembre. En este hermoso lugar existen fascinantes formaciones rocosas talladas por el viento, que rodean la isla. Formaciones rocosas impresionantes son: La Roca de Cocodrilo, roca gigante con forma de cocodrilo, con su enorme boca abierta hacia el cielo parado sobre sus patas; la piedra del Yin Yang, mide 20 metros de altura, impresiona como dos padres con un niño parado entre ellos, el chiquito intenta evitar una pelea entre sus progenitores; Roca de los Gemelos Leones, de lejos parecen dos leones acostados uno frente al otro más un pequeño felino; Roca Cabeza del Dragón, su parecido es impresionante; Roca del Acorazado, se asemeja a un gran buque de guerra. Cuando la Segunda Guerra Mundial, dicen los historiadores de la isla, que confundió a tropas norteamericanas.

 

En el extremo sur de la isla se encuentra el Pastizal Verde, terreno que se mantiene cubierto con un frondoso y verde pasto con orquídeas durante todo el año. Se encuentra próximo a acantilados impactantes. Este exuberante paisaje, sobre todo al amanecer, es maravilloso.

 

Llamativas son las Cuevas de los Cinco Agujeros establecidas en las paredes de los acantilados, dos son terrenos de oración y están cerradas. Cuenta la leyenda que era hogar de espíritus malignos. Por ese motivo, las mujeres y los niños tenían prohibida la entrada en los tiempos antiguos.

 

Varias piscinas rodeadas con múltiples arrecifes de coral se denominan La Primavera Fría de Yeyin. Allí se encuentran las casas subterráneas tradicionales de la Isla de las Orquídeas. Se ven canoas Tanyu, ricamente decoradas al estilo tradicional chino, desplegadas en la hermosa playa. Pintadas en rojo, blanco y negro, también la imagen tradicional del sol, que protege contra las malas influencias. Su peculiaridad especial es que su construcción no incluye clavos ni uniones metálicas.

 

La maravillosa Isla de las Orquídeas, es un hermoso destino turístico, sin embargo, arruinado por la decisión del gobierno taiwanés de ubicar allí el almacén de residuos radioactivos Lanyu, que funciona  desde 1982, recibiendo los desechos de las tres plantas nucleares de Taiwan.

 

Tiene 23 zanjas con muros de hormigón armado que albergan 100.000 bidones de desechos, como se ve en la imagen. (Se puede ver en Google Earth)

 

Instalación, originalmente pensada como solución temporal, sigue funcionando. La empresa estatal Taipower, responsable del almacén, tendría que haber encontrado un nuevo lugar para el mantenimiento de los desechos radioactivos, sin embargo, no hay nuevo paradero.  El polémico almacén ha generado un gran debate durante los últimos años en el país oriental. Según los habitantes indígenas, debido a la presencia de residuos nucleares el número de afectados por cáncer se ha incrementado en la isla. Manifiestan su oposición y exigen el retiro de esa basura. 

 

"Hay que despertar la conciencia ambiental de los habitantes de la isla, solo de esa manera llegaremos algún día a deshacernos de la planta", afirmó al periódico español la “Vanguardia”, el activista local Lin Zhen-weng.

 

 

LOS DESECHOS NUCLEARES EMPONZOÑAN EL PLANETA, por eso debemos dejar de producir desechos nucleares diciéndole

 

NO A NUEVOS REACTORES NUCLEARES Y CIERRE PROGRESIVO DE LOS ACTUALES

 

 

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