Regionales

El derrumbre y la realidad de los escombros

Por Luis López Salaberry
luislopezsalaberry@gmail.com

En Chubut no sólo lo padecemos sino que nos convertimos en el ejemplo más negativo en el orden nacional. Me estoy refiriendo específicamente a la educación y sus consecuencias en niños y jóvenes que se proyectarán por años por la falta de conocimientos, de saberes de artes y oficios y las características sociales del sujeto de la educación. En síntesis, los adultos hemos determinado que la educación formal se diluya en la provincia, con la responsabilidad que esto significa para los sectores dirigenciales.

 

Si la educación tiene que proporcionar a las personas las herramientas éticas e intelectuales que permitan enriquecer sus aptitudes y enaltecer sus actitudes, para colocarlas al servicio de los valores universales, y cuya manifestación concreta implica el predominio del bien común y la insobornable preminencia del interés social. Estamos con un saldo negativo mayúsculo. Hoy no se discute si la educación es un gasto o una inversión. Se ha desterrado este pensamiento frente a la indiscutible postura de que el mundo y la civilización sólo avanza en y con el conocimiento y por tal certeza los países más avanzados privilegian la enseñanza desde edades tempranas, volcando recursos cada vez mayores tanto en infraestructura como en calidad educativa, incorporando la situación del docente. En nuestro caso la ausencia de un proyecto provincial integrador ha sido una de las causas de la falta de educación formal.

 

De nada sirve pretender generar ciudades-estado para fortalecer a la dirigencia, en aptitudes de intereses personales, cuando se desconoce la realidad de la mayoría de la población que cada vez sabe menos, aún recibiendo un título. Se han reemplazado a diversos ministros de Educación pero no hemos escuchado en ningún momento las propuestas para superar los problemas y los desafíos que implicaban. Sí, porque la Universidad no puede suplantar las insuficiencias de la escuela primaria y secundaria y sólo se convierte en una expendedora de títulos que no garantizan los saberes que significan.

 

Un ejemplo claro lo tenemos de las propias manifestaciones del Estado que necesitan la creación de una Escuela de Abogados dependientes de la Fiscalía de Estado, seguramente para suplir lo que la Facultad de Derecho no otorga. Hoy no se dimensiona el problema, porque se superponen a la angustia de la población estudiantil el facilismo, la ausencia de méritos y la presencia de un Estado que ha desterrado la movilidad social generando una injusticia social con secuelas irreversibles. Sigo sosteniendo que la oferta educativa provincial debe tener el incremento y la adecuada redistribución de las asignaciones presupuestarias, la jerarquización de la institución escolar y de la función docente, la innovación pedagógica y el creciente protagonismo de los sectores sociales en la planificación, ejecución y contralor de las medidas, acciones o programas, que es menester poner en práctica para acceder al mejoramiento del servicio educativo. Es de esperar que se implementen las medidas para revertir en el menor tiempo posible el daño que se ha hecho.  

 

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