Regionales

Reconociendo derechos ¿Y el de educación?

Si hiciéramos una encuesta a la población, de cualquier lugar, seguramente la respuesta por el sí sería arrolladora, de que el derecho a la educación es fundamental. Si efectuáramos la misma pregunta a los expertos y pedagogos, aquellos que se nutren de la ciencia de la educación y la enseñanza, nos dirían con estadísticas y bases con experimentación, que la educación ha sido el motor principal de la evolución humana y de la civilización y que existen edades precisas en el ser humano para ese aprendizaje.
 

También que la creación y el proceso de conocimiento deriva de alimentarse de un método formativo e informativo que puede ser generado informalmente o derivar de un sistema público o privado. 
Por otra parte en todo el mundo avanzado hoy ha quedado en el olvido aquel pensamiento que sostenía que la educación es un gasto. Hoy nadie duda, en aquel mundo, que la educación es una inversión. Nosotros, nuestro país y su clase dirigente ¿lo entienden de tal forma?
Yo creo que no. Creo que la idea dominante debe seguir siendo que es un gasto, habida cuenta no sólo de los recortes que se alumbran en el supuesto ajuste del gobierno nacional y en el trámite que se adopta en las jurisdicciones provinciales como, por ejemplo, la nuestra. 
En el interín aquéllos que transitan la edad más importante para su educación y enseñanza pierden inexplicablemente el tiempo y sus derechos, sin que nadie se conmueva por los perjuicios y los daños que se generan y que tendrán su consecuencia en el futuro. 
¿Debería ocurrir otra cosa? Creo que sí, que deberían aplicar políticas públicas a corto, mediano y largo plazo. A corto plazo deberíamos rápidamente insistir sobre aquellas materias que otorgan pensamiento crítico y pensamiento abstracto. 
Ello implicaría dentro de un contexto de emergencia educativa no sólo la puesta en valor de la infraestructura escolar sino también la recomposición de la retribución docente acorde con la responsabilidad, que surge de la profesionalidad, en un contexto de acuerdos que terminen con los conflictos, que sólo perjudican al sujeto de la educación. 
Dentro de esos acuerdos no sólo debería existir el proceso de capacitación sino también el esfuerzo de la calidad de la inversión en las áreas prioritarias. En el mediano plazo debería concretarse una evaluación del sistema público con modificaciones estructurales. No solamente en lo concerniente a la doble jornada sino también respecto a los contenidos y conocimientos y a la aplicación y utilización de la tecnología. 
En un país donde se han abandonado los conocimientos y la cultura del trabajo, es imprescindible proveer los instrumentos intelectuales que en su momento dieron las escuelas de artes y oficios. La introducción al mundo tecnológico requiere necesariamente una rigurosa formación docente y su capacitación permanente. 
Que el docente conozca a sus alumnos y que estos sepan quién es su maestra y/o profesor a los que pueda recurrir en sus dudas y tribulaciones, no sólo racionalizará el sistema sino que elevará su calidad y su resultado. Ese resultado, con seguridad, logrará sus aspiraciones. Ese logro, el de la autonomía individual, formará e integrará una sociedad autónoma cuyo mérito determinará  movilidad social y le dará rumbo a una nación que tiene destino de grandeza. 
Seguramente este próximo aniversario del día del docente importará una reflexión, habida cuenta de las obligaciones de los adultos para hacer efectivo el derecho de los niños y jóvenes y de todos aquellos que aspiren a ser útiles a ellos mismos y a su comunidad. 
 

 

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