Regionales

La basura eterna

Desde esta columna varias veces se trató el tema y realmente parece que nunca se puede terminar, y quizás sea así porque este escrito, como tantos otros, no hacen más que dar alerta a este preocupante tema, pero que en realidad es muy poco tenido en cuenta.

A la suma de desechos y basura que se arroja diariamente en baldíos, laterales de rutas y espacios donde pareciera que nadie llega, se suma en esta época veraniega las playas, donde el individuo no tiene distinción de clases para agredir de tal manera al planeta.
 La educación ambiental que se pretende difundir no llega a casi ningún resultado positivo y solo sirve para un desgaste de publicidad con los costos que ello implica. Todas las advertencias que se realizan a través de los medios de comunicación y de aquellos que por su preocupación y trabajo tiene que lidiar día a día con la problemática, parece que no son escuchados.

 

Hoy inmensas superficies de los océanos están contaminadas atentando contra la vida marina y es así que nos muestran como enormes peces aparecen con nylon en sus bocas o lo que es peor en sus entrañas. Como cardúmenes enteros son asfixiados por las grandes capas de desechos, y en lo que a las playas se refiere los visitantes y bañistas en una gran mayoría hacen caso omiso y demuestran su afición a la «mugre» dejando cualquier cantidad de desechos. Al menos así nos lo muestra la televisión y las redes sociales que en esta época tratan esta problemática y la muestran con toda su crudeza.

 

El mundo en crecimiento en la era del descarte, ponen en peligro nuestra existencia sobre este planeta, ya que cada vez es más complicado reducir los desechos y los basurales a cielo abierto y en las cercanías de los lugares poblados, son una bomba de tiempo que en cualquier momento puede estallar. Hoy hay amenazados osos polares y lobos en el Artico porque la basura no les permite alimentarse. Y aunque esto parezca tan terrible, es la pura realidad que nos toca vivir en estos días.

 

El desmanejo de todas las facilidades que han sido puestas a nuestra disposición para continuar con nuestra existencia, son maltratados y derrochados sin que se nos caiga la misma preocupación por el otro y de esta manera se van sumando los factores que ponen en riesgo nuestra existencia.
 Machacar sobre estos temas pareciera que se cae en saco roto. Quizás cuando el hombre se dé cuenta, sea ya demasiado tarde. Mientras tanto seguiremos tratando la problemática con la seriedad que se merece, aunque los resultados no sean los deseados. Pero el mundo civilizado quedará agradecido por la preocupación. 

 

 

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