Regionales

Un candidato por aquí

Si le queda alguna duda a quien votar en las próximas elecciones, no tenga ningún inconveniente en poner a tantos candidatos en un marco y con una flecha, como en los juegos, trate de acertar cúal es el más aconsejable.

Mire que la lista es enorme y no es tan fácil dar en el blanco. Se acuerda de la ruleta rusa, esto es más o menos, puede embocar o también clavarse la flecha y   ¡chau! Aguante otros cuatro años para ver si su suerte cambia.
Los tan codiciados cargos electorales parece que cada vez atrae a más gente, y como no va hacer así, si no sabemos que esa apetencia, es para dar respuesta satisfactoria a la gente que los vota, o para la larga historia de nuestro país, engrosar las arcas de los postulantes.

 

Vivimos un mundo donde pareciera que cada vez se profundiza más la necesidad de obtener espacios de poder ¿Para qué? Como en el cuento de Landriscina, al final habrá una respuesta. ¿Será la que más le conviene al pobre elector que concurre a las urnas? No sé si será así, pero de algo debemos estar seguros. Que alguno de los candidatos, contra viento y marea terminará gobernándonos y entonces, si: Agárrese, porque lo tendrá que soportar un largo tiempo.

 

Todas estas reflexiones parecieran ser de un descreído, o tal vez un desestabilizador, pero sabe una cosa: He visto correr tanta agua bajo el río que ya no me mareo, y en la historia política de nuestro país los ejemplos cubren nuestra larga historia. Pero pobre patria nuestra, parece ser que al final del túnel no encontrará la respuesta a tanta improvisación, porque de un plan de país o de provincia o municipio, ni noticias, y no es que lo mencione este tipo que escribe, sino que a la historia me remito.

 

Hoy los argentinos tenemos serios problemas, donde una vez más se nos complican las cosas y mirando el pasado vemos que nada nuevo bajo el sol ha ocurrido, los mismos errores y desaciertos, gobierno tras gobierno, donde las alegrías han sido muy pocas y casi siempre cuando ello ocurrió alguien se encargó de sacarnos del sueño. Faltan estadistas y sobran «chantas» pero con el suficiente poder para hacernos dudar de nuestras posibilidades de futuro. Ese futuro que nos convierta en ciudadanos felices.

 

Que lindo sería, parecernos a aquellos países que en un momento estuvieron a nuestra altura y hoy florecen (mientras nosotros hemos venido barranca abajo) y como en un sueño decir: Argentina adelante que tus hijos hicieron las cosas tan bien que hoy puede regocijarte de tanta madurez ciudadana. Soñar no cuesta nada, lástima que después del sueño viene la cruda realidad de lo que nos pasa en lo cotidiano.

 

Pero no importa, la esperanza es lo último que se pierde, y en esta ocasión, apostemos nuevamente a la esperanza de que las cosas salgan bien, para poder decir en el futuro: «Esta vez no me equivoqué y di con lo justo y me salió bien».

 

 

¿Querés recibir notificaciones de alertas?