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El protocolo

 Protocolo, palabra que proviene del griego y pasando por el latín se castellanizó o se españolizó, según nos guste, se ha puesto de moda, como en otros tiempos ha ocurrido con palabras que se adoptan para catalogar diferentes acciones del individuo. En este caso para dar cumplimiento a su contenido de normativas que rigen nuestras vidas, se ha protocolizado el momento que vivimos.

Mi recuerdo de la infancia (hace tiempo y allá lejos) me impactaba el protocolo porque era entonces una calidad de vida: respetar a la gente grande con un: señora o señor, dar la pared de las veredas al paso de los mayores y mujeres, o ceder el asiento en medios de transportes o en actos donde se agruparan personas. Y la cosa llegaba más allá cuando una vida formal se desarrollaba, ya sea dentro de los patrones de entonces; ropa oscura para los varones y clara para las mujeres, zapatos para los acontecimientos y corbata los hombres, no hacer ruido cuando se toma la sopa o poner los codos sobre la mesa y desde ya que hay mucho más. ¿Pero, que ocurrió desde entonces? Las cosas cambiaron y en el modernismo solo queda el recuerdo de algún «viejo» que se quedó en el pasado y de pronto se acordó de aquel protocolo.
 Hoy el protocolo se utiliza (como corresponde) para determinar una serie de reglas que deben cumplirse en diferentes acciones que se establecen. Y es así que se determina un protocolo para circular, otro para ordenar tal o cual acción y así el individuo -se supone- debe actuar dentro de las pautas que señala el protocolo.
 Hasta aquí todo está bien ordenado el protocolo, solo nos queda cumplir con el mandamiento que él establece, y en estos tiempos en que debemos ajustarnos a las circunstancias. El protocolo nos corre desde atrás, porque si no lo cumplimos las consecuencias pueden ser fatales, a decir del que instrumentó la norma. 
En realidad, hoy por hoy, hay protocolos por doquier, y es bueno que así sea, ya que el individuo de por sí es propenso a evadir las normas y hacer lo que le da la gana y sin querer puede encasillarse en acciones que no le están permitidas. Por eso debemos tener cuidado de acatar lo que los protocolos nos determinan, si no queremos vernos comprometidos en un nuevo protocolo.
 Este juego de palabras no hace otra cosa que determinar que el protocolo hoy está de moda y como ha ocurrido con otras cosas en su momento, dejará de tener la vigencia que hoy tiene y apaciguará la forma de tener un protocolo tan vigente. Hasta el próximo protocolo. Si es que aparece alguno para nuestra delicia.
 

 

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