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Meditando

Con la problemática del coronavirus, muchas cosas están cambiando, y una de ellas es el tiempo del hombre, que ve menguada su  actividad cotidiana, de tal manera que aparecen muchos espacios vacíos y el ocio acompaña esa etapa del día, que no se sabe muchas veces como cubrirla.

Aunque si ponemos en marcha nuestro cerebro podremos darnos cuenta que a pesar de todo es el momento para aprovechar ese tiempo en muchas cosas positivas. ¿Cuántas tareas hubiéramos hecho en otro momento con más espacio disponible? Bueno, pues... es el momento de aprovechar para ponerlas en práctica: Leer ese libro que está pendiente, escuchar buena música, hacer algún trabajo hogareño que habíamos propuesto, dedicarse al «hobby» que nos entusiasma, ordenar esas cosas que tantas veces decidimos encarar y que por no tener más tiempo no la concretamos. Que tal proponernos un plan de ejercicios que hagan al bienestar del cuerpo, o tal vez encarar el jardín o la limpieza de algún lugar de la casa que  le hace falta. Tantas cosas.
La pandemia, que puede durar no se sabe cuánto tiempo, ya ha modificado nuestra forma de vivir y la incógnita a decir de los entendidos, es hasta cuándo, porque sin lugar a dudas nos va a dejar diferentes secuelas y una de las más preocupantes es la educación de niños y jóvenes, que han visto disminuir su posibilidad de aprendizaje, lo que en un futuro puede traer irreparables consecuencias. Si bien en este tema se han ensayado diferentes formas de solucionar la problemática, en lo personal he podido constatar que esos intentos no llegan a todos los destinatarios, dejando la duda de cuál será el futuro de una generación que no está preparada para un mundo que por otro lado avanza a pasos agigantados hacia nuevas modalidades de vida, donde la tecnología, principalmente, va dominando al mundo.
El miedo que significa pensar que uno se puede contagiar del virus, debería ser tenido en cuenta responsablemente, pero la condición de la mayoría del ser humano de ajustarse a normas preestablecidas, hace que muchas veces por rebeldía y otras por cansancio se comience a dejar de lado las precauciones que deberían tenerse. No obstante la prudencia debe acompañarnos y tratar de que las recomendaciones se acaten para poder estar alejados lo más posible de los focos de infección.
Indudablemente queda pendiente de resolver la parte económica ya que este flagelo ha arruinado miles de comercios y puestos de trabajos, que deberá verse como se componen, mientras tanto debemos pensar en la cantidad de problemas que se han causado y que tendrían rápida y urgentemente resolverse, ya que hay que pensar en la enorme cantidad de gente que hoy está comprometida y no sabe resolver su situación. Es difícil imaginar en profundidad el pensamiento de aquellos padres que no tienen lo suficiente para llevar un plato de comida a su mesa y que encima son agobiados por deudas que no saben como afrontar, especialmente con los servicios y otras cargas cuyos acreedores pareciera vivir en otro país donde la abundancia es el patrón.
 Meditar en estos días es también poner en marcha nuestra mente sobrecargada de peso en procura de un mundo mejor.

 


 

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