Regionales

La pobreza, la eduación y el lenguaje

Es muy preocupante la situación en la que nos encontramos en el país donde, en su historia, nunca se ha producido una realidad en el que el deterioro sea la constante.

El proceso siempre fue a la inversa, o sea de menor a mayor, en busca del bienestar, habiendo llegado a principios del siglo XX a ser uno de los países del mundo con mayores perspectivas de crecimiento. En el ranquin mundial, como hoy se hace en el deporte, estábamos en el top 10. Todo hacía pensar en el esplendor argentino y ello determinó que nuestro país fuera el lugar preferido para aquellos que venían de una Europa empobrecida. Seguro que eso debe haber ocurrido con muchos de nuestros abuelos. Pero hoy esa posición sólo es un recuerdo histórico porque, por una serie de errores en el manejo de la cosa pública, las contradicciones ideológicas y la postura de un nacionalismo, a contramano de las tendencias globales, nos muestran una Argentina exportadora de jóvenes talentosos, el explosivo aumento de la pobreza, la inexistencia de educación y la exteriorización de todo ello en nuestro lenguaje que se reduce de una manera alarmante, dentro de un idioma cuya riqueza verbal nadie puede discutir. Que nos ha pasado? Creo que hemos transitado por la vida sin observar los despojos y las miserias que se producían a nuestro alrededor. El aumento de la corrupción en el manejo de la cosa pública, pese a los discursos de honestidad y transparencia, hoy implica que todo esté teñido de negocios turbios para el enriquecimiento de algunos. El manejo de las políticas económicas sin ninguna base científica ni preocupación por la inversión y producción nos sigue generando una inflación paulatina y un deterioro constante de nuestra moneda. Esto tiene historia. Pero lo que no tiene historia y tiene que ser observado con muchísima atención es el aumento de la pobreza con la mayor incidencia en la niñez, que es el futuro. Nunca la Argentina, tomando los adelantos científicos y su capacidad productiva y riqueza potencial, debería estar en estas condiciones. Hoy estamos en el caos donde la educación, que tendría que ser la herramienta fundamental para la movilidad social, es negada como tal y no estimula a la dirigencia, ciega para las soluciones. Creo que no podemos seguir perdiendo el tiempo porque las consecuencias son, en todos los ámbitos, sumamente riesgosas. Debe surgir un plan integral a nivel nacional, atento a la imposibilidad de solucionar el tema en jurisdicciones provinciales, para retomar, sea de la modalidad que sea, el proceso educativo. Se debe incentivar el conocimiento y la capacitación. Se debe reencontrar el lenguaje que nos posibilite una comunicación acorde con los valores, el respeto y la dignidad. De otra forma no podremos salir. Hoy la prioridad debe ser la educación en todos sus niveles y la misma debe ser atractiva y exitosa con la utilización de la tecnología que pueda ser aprovechada. De otra forma no eliminaremos la pobreza que nos debe generar dolor por la injusticia que significa para tantos compatriotas a quienes se les priva precisamente de todo tipo de derechos humanos. No hay duda que la pandemia ha contribuido a aumentar los índices que lamentamos, pero frente a tal esquema hay que crear nuevos emprendimientos para no ser esclavos de la ignorancia. Si antes de la pandemia ya teníamos el flagelo, no podemos hoy ocultarnos detrás del virus. Se necesita capacidad creadora. En educación no existen laboratorios para probar los resultados, sólo existe el sujeto de la educación, que es el alumno, y su pérdida hará descender aún más el lenguaje y aumentar aún más la pobreza. Que no sea así es nuestra obligación.   
 

 

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