A UN MES DEL ATENTADO CONTRA «EL CHUBUT»

Cuando la violencia es impune, perdemos todos

Hoy se cumple un mes del ataque incendiario contra Diario EL CHUBUT. Más allá de la investigación, la sensación es que la violencia gana. Hay responsabilidades penales, pero también políticas.

por REDACCIÓN CHUBUT 19/01/2022 - 22.36.hs

Hace un mes, un grupo de vándalos desprendidos de una marcha antiminera que hasta el momento era pacífica destruyó el frente de nuestro edificio histórico en la calle 9 de Julio, y prendió fuego a la planta baja. Rompieron y vandalizaron cuanto pudieron. Pasado este período, no hay elementos de prueba para decir que hubo «zona liberada» desde un punto de vista estrictamente operativo. Pero muy probablemente, la hubo desde lo político.

 

Como se sabe, hubo tres personas detenidas y luego liberadas -las primeras dos en segunda instancia- por el ataque. Y se registró una fuerte presión de grupos de izquierda, trotskistas, otros grupos políticos de diversa índole, sectores del peronismo, organizaciones sociales afines al poder local, funcionarios y legisladores nacionales, para que los sospechosos fueran liberados mientras la investigación penal sigue su curso. Parece que atacar a la prensa no ya con amenazas sino con hechos concretos, con violencia real, con piedras y fuego, es «progre». Y que la prisión preventiva no es una herramienta para proteger pruebas y testigos, sino una institución de la derecha para criminalizar la protesta.

 

Tuvimos suerte. Los grupos que atacaron el diario no pudieron ingresar al corazón de la redacción. Había unas treinta personas en la tarde/noche del lunes 20 de diciembre en el edificio, intentando sacar el diario a la calle -cosa que conseguimos- mientras estábamos bajo una lluvia de piedras y fuego. No hubo muertes, porque tuvimos suerte y las barricadas y la defensa dieron algún resultado.

 

Pasado un mes, la investigación judicial ha avanzado de modo que hay algunos sospechosos. Claro que en una causa criminal, todo lo que no se consigue en materia probatoria cuando los hechos son recientes, luego se terminan diluyendo.

 

El incendio a nuestro edificio demostró finalmente que el odio y la grieta son de una magnitud tal, que jóvenes «bienpensantes», muchos de ellos profesionales, casi todos asalariados en el Estado, creen que quemar un diario en democracia es una acción válida para imponer argumentos por la fuerza o para escarmentar «traidores». En verdad, cualquiera puede militar las ideas que mejor le cuadren. Es un derecho de todos. Pero atacar una casa de gobierno, la legislatura, la Justicia, y finalmente una empresa privada que edita un medio y tiene una radio al aire, supera los límites. Sólo en países totalitarios o bajo regímenes pre democráticos, suceden atentados como el que sufrimos en carne propia aquí en Trelew, en nuestra casa. Los que hicieron de la grieta, la intolerancia, y la violencia el camino para imponer una postura, son responsables también. No sólo por los ataques, sino por haber reducido la democracia chubutense a un mero aspecto formal. Hoy ninguna institución está a salvo.

 

La responsabilidad política es un capítulo importante en lo que sucedió. El intendente Adrián Maderna debió recurrir a la Justicia para «vindicarse» por los hechos vandálicos de Rawson. En el gobierno, aunque se cuidan de mencionarlo, lo siguen señalando. No hay de momento elementos de prueba que vinculen al intendente Maderna o a sus principales funcionarios con la planificación y ejecución del atentado contra el diario. Pero es muy probable que si hubiesen tenido la voluntad, el jefe político de la ciudad y sus colaboradores habría hallado la manera de frenar el ataque incendiario. Durante días se estuvo «calentando» el atentado contra el diario, incluso desde sectores militantes, en las redes sociales.

 

¿Nadie vio nada? Además, es de público conocimiento la relación entre algunos de los sospechosos, y organizaciones que dan sustento electoral al poder municipal. Lo mismo cabría decir de los ataques al edificio municipal. Pero dejaron hacer. Maderna no cargó las Molotov, pero él sabe que está en deuda con la democracia y con los vecinos de Trelew por tales hechos. No era tan difícil prevenirlos. Se hacía con diez llamadas telefónicas. Ya con los hechos lanzados, en la marcha previa al ataque al diario puede verse con facilidad a personas vestidas de oscuro, con mochilas, y los rostros y la cabeza cubiertos para no ser identificados. Luego se los ve protagonizando el ataque, a algunos de ellos. Si los hubiesen identificado a tiempo, tal vez el atentado no habría ocurrido.

 

Muchas veces hemos dicho que un país es tan libre como lo es su prensa. Hoy, la prensa de Chubut sabe que si alguien dice o escribe lo que no le gusta a los grupos más violentos y radicalizados, a alguna persona con poder, pueden ser objeto del escarmiento. A nosotros nos tocó sufrirlo. Pasamos miedo, impotencia, tristeza, y sentimos esa sensación enorme de injusticia que invade cuando la que gana es la violencia. Nosotros, como medio, como empresa periodística de esta provincia, no votamos por la violencia. La rechazamos. Cuando el diario fue atacado, medios colegas alambraron y enrejaron sus instalaciones. Nosotros colgamos una bandera argentina enorme desde la terraza hasta el piso. Es en lo que creemos. Por eso, acá nos van a encontrar cada día, elaborando el mejor diario posible.

 

Sí esperamos que haya justicia. Y que los responsables directos, los que organizaron, los que planifican y quienes dieron sustento político a la violencia que tuvo en jaque a nuestra provincia hace un mes, paguen por lo que hicieron. Y por lo que permitieron hacer.

 

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