Aeropuerto Brigadier General Antonio Parodi de Esquel, el aeropuerto que nunca despega
Por Jorge Junyent
por REDACCIÓN CHUBUT 08/12/2025 - 21.25.hs
Mientras el Gobierno nacional anuncia con bombos y platillos la modernización de 13 aeropuertos con una inversión de 500 millones de dólares, en Esquel seguimos mirando el cielo... pero desde abajo. Nuestro aeropuerto, adjudicado a la misma concesionaria Aeropuertos Argentina 2000, cumple ya ocho años de obra paralizada y ni siquiera aparece en el listado de prioridades tan publicitado.
Peor aún: el cartel que anunciaba la modernización fue retirado hace pocos días, como si borrar la evidencia alcanzara para ocultar el incumplimiento.
En Esquel, la modernización no llegó ni a la puerta. Ni siquiera la ampliación de la playa de estacionamiento, que debía construirse sobre terrenos cedidos oportunamente por la Municipalidad a la empresa y cuyos trabajos se promocionaron con fecha de reinicio en septiembre pasado, se concretaron. Todo quedó en promesas, renders y un predio como lo dejaron las máquinas de la propia Municipalidad que lo despejaron.
Lo más paradójico es que el diseño arquitectónico de la terminal -licitado en 2018- fue concebido como un homenaje simbólico al toldo tehuelche, la vivienda nómada de los pueblos originarios de la región. Una ironía perfecta: hoy los pasajeros esperan literalmente a la intemperie, bajo la lluvia o el viento, como si el proyecto se hubiera tomado demasiado en serio su inspiración antropológica.
Mientras tanto, en Buenos Aires celebran récords de pasajeros y hablan de «conectividad federal». Desde aquí, ese discurso suena a sarcasmo. ¿Qué federalismo puede reivindicarse cuando se invierte medio billón de dólares en aeropuertos de otras provincias, mientras el de Esquel -vital para la conectividad aérea y el turismo cordillerano- se mantiene congelado en el tiempo?
El fideicomiso que financia las obras es el mismo que debía hacerlo aquí. Las partidas están, los recursos existen, pero la decisión política de completar la obra parece haberse extraviado en alguna escala entre Aeroparque CABA y la cordillera.
El resultado es visible: instalaciones provisorias, servicios mínimos, pasajeros esperando afuera y una ciudad que vuelve a comprobar que el federalismo de los anuncios no siempre aterriza.
Quizás algún día la obra se reactive. Quizás vuelva el cartel, o llegue el corte de cinta. Pero mientras tanto, Esquel sigue siendo el aeropuerto del «casi»: casi modernizado, casi terminado, casi federal.
Y en un país que celebra sus cielos abiertos, parece que el nuestro sigue cerrado por derribo... eternamente.
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