Qué desperdicio de sentido común

La imagen del bosque arrasado por las llamas en el Parque Nacional Los Alerces nos causa dolor por diversos y valiosos muy motivos. Por la acción de quienes impunemente pueden generar el daño a la naturaleza, pero también por la negligencia e inoperancia de aquellos que legislaron desde un escritorio estableciendo una norma de preservación que podría aprovecharse en beneficio de la humanidad. Digo esto por la cantidad de leña muerta, tirada en el bosque, que no dejan levantar ni al personal del Parque Nacional Los Alerces.
Alguien podría pensar que esa limpieza permanente y la realización de cortafuegos hubiera permitido tener un panorama mucho más efectivo a la hora de enfrentar un incendio en esa jurisdicción nacional.
Los incendios seguirán existiendo, de manera intencional o accidental, en el Parque Nacional Los Alerces y en el mundo entero. Le duela a quien le duela.
Hay muchos humanos, familias completas en la región que rodea al Parque Nacional Los Alerces -declarado además patrimonio de la Humanidad- sin poder tener un palo de leña para calefaccionarse, para calentar agua, bañarse, o bien para cocinar y la prohibición expresa de no tocar nada de la jurisdicción del Parque.
Tampoco quiero que nos vayamos al otro extremo. Pero alguien podría tener sentido común y hacer un trabajo articulado con los municipios y las Comunas rurales para que se haga la limpieza controlada del bosque y se aproveche la leña muerta en el campo que es tan fértil para alimentar las llamas de los incendios forestales.
Dios ilumine a nuestros funcionarios y a los legisladores para poder flexibilizar un trabajo que beneficie a la humanidad en su conjunto.

Por Jorge Posse