análisis

Las redes sociales son demandadas en la justicia norteamericana

Son parte de nuestra vida, pero ¿por qué debemos estar alertas?

Hoy nos centraremos en las redes sociales. No de las ventajas que tienen para encontrarnos con los compañeros de la escuela luego de muchos años para comunicarnos con nuestros seres queridos que están lejos a través de una videoconferencia o mensajitos. Hablaremos de por qué debemos estar alertas.

 

Las redes son gratis, pero… ¿Qué precio pagamos?

 

Lo que parecía un refugio comunicativo durante la pandemia se convirtió en un foco de atención importantísimo en los últimos años. Las redes fueron diseñadas con el objetivo básico de mantener a la gente comunicada con otras personas. El gran pecado de origen es que se invirtieron miles de millones de dólares en desarrollos tecnológicos que permiten a algunas prevalecer sobre las otras.

 

Sí, son un negocio. Y cuando existe un negocio existen al menos dos eslabones de la cadena: el cliente y la mercancía. Por clientes nos referimos a los sujetos que las consumen, sean ellos niños, adolescentes o adultos y, si hablamos de mercancías, hablamos de la publicidad que se difunde a través de las apps.

 

Pero en este negocio nada es inocente. Las redes intercambian datos y los algoritmos que están diseñados para que consumamos y, de esa manera, se generan diversos niveles de adicción. En este punto es cuando hablamos de salud mental, y lo que había de bueno se vuelve peligroso.

 

Impacto sobre salud mental

 

Las estrategias de las empresas hacen que los usuarios dependan cada vez más de su permanencia en las redes y, a medida que esto sucede, se altera la misma química del cerebro de los usuarios, produciendo la necesidad permanente de recibir estímulos positivos. Con el correr del tiempo han visto la luz investigaciones serias sobre las pantallas y las redes sociales y los resultados son, como mínimo, alarmantes. No profundizaremos en ella por cuestiones de espacio, pero señalan claramente que el uso no medido de las redes se relaciona con déficit de memoria y atención, ansiedad, depresión, aislamiento social, conductas poco controladas debido a la sobre estimulación y en problemas de autopercepción física e ideas de suicidio. Si esto sucede y los usuarios no poseen recursos emocionales y acompañamiento familiar o terapéutico, pueden ser afectados en su salud.

 

Los estados se manifiestan Varios países han advertido el problema de diferentes maneras. Canadá y EEUU van a la cabeza por ahora. A fines del año pasado 42 estados norteamericanos presentaron distintas demandas contra Meta (Instagram) por generar daños y adicción a los usuarios menores. Nueva York lo hizo hace apenas unos días y pidió que la conducta de las empresas tecnológicas sea declarada alteración del orden público, así como indemnizar a los usuarios por daños y perjuicios.

 

 

Identidad digital

 

Hemos consultado con expertos en la cuestión y han señalado algunas cuestiones que debemos tener en cuenta. El primero es que los usuarios jóvenes poseen una identidad digital. Nos referimos a todos los datos que existen en la red sobre una

 

persona y que suelen ser accesibles por otras. El tema es que no solo está compuesta por lo que ese individuo desea, sino por la reacción pública de otros usuarios que interactúan con ella: los likes, comentarios y otras reacciones, así como las críticas indeseadas son parte de ese conjunto.

 

A uno le puede ir bien con lo que postea y obtener comentarios positivos, pero, en contrapartida, la red le devuelve todo lo malo en forma de críticas que lo afectan. Uno puede lanzar una publicación con un objetivo, pero el resultado puede ser desastroso para la persona.

 

 

Si sale bien tampoco es lo mejor

 

En el mejor de los casos, si el usuario obtiene respuestas positivas se puede quedar enganchado en sostener esa imagen deseada y a veces se obliga a mantenerla, cueste lo que cueste. Si bien no es lo que necesariamente sucede, es posible que convivan dos realidades: una vida digital y otra real. En la digital todo es color de rosas y se muestra felicidad permanente y en la real, la persona puede estar terriblemente aislada y sufriendo mucho. En un momento determinado, estos mundos pueden colisionar con el peor resultado.

 

Es internet, el cuerpo lo sabe y los extraños también

 

Las consecuencias físicas pueden ser variadas y van en un amplio abanico que comienza con las malas posturas, problemas de la vista, alteración del sueño o problemas alimenticios.

 

Pero la repercusión física es apenas otro aspecto. Si uno piensa que su hijo está tranquilo y seguro en su habitación, tal vez esté corriendo otros peligros e interactuando con un delincuente (por decirlo suavemente) a través del chat de su PlayStation. Hernán Navarro, presidente de Grooming Argentina, nos contó que un experto puede hacer desnudar a un niño desprevenido en apenas 7 minutos desde el otro lado de la pantalla. Según esta ONG, el 70% de niñas, niños y adolescentes que utilizan juegos en red, han hablado con personas desconocidas.

 

 

Hablar con los jóvenes y tomar consciencia

 

Si bien no hay recetas para contrarrestar los efectos nocivos de la interacción indiscriminada de los jóvenes con las redes, es importante el diálogo permanente, el acompañamiento de los padres, docentes y, si hace falta, de psicólogos o equipos preparados para ello. Ofrecemos aquí dos direcciones para ponerse en contacto con ayuda: · Grooming Argentina: www.groomingarg.org · También se puede recurrir a www.chicos.net que cuenta con el programa “si hablaste ganaste”.

 

· Grooming Argentina: www.groomingarg.org

 

· También se puede recurrir a www.chicos.net que cuenta con el programa “si hablaste ganaste”.

 

¿Querés recibir notificaciones de alertas?