Regionales

Todo lo que se hizo para terminar con la inseguridad pública fracasó

Cada día es mayor la preocupación de la gente por el grado de inseguridad que se está viviendo en nuestra provincia desde hace ya muchos años lejos de vislumbrarse la solución, ésta parece lejana no obstante el esfuerzo realizado por el gobierno.

Todo ese esfuerzo ha terminado en el más rotundo fracaso. Ni el cambio de ministros, ni los reemplazos de sus más altas autoridades, como las bajas y remociones de personal efectuadas con frecuencia, han servido ni siquiera para atenuar ese flagelo que, seguramente, es una de las mayores preocupaciones de los chubutenses. El gobierno, justo es reconocerle, ha mejorado los sueldos, aunque no en la medida de lo reclamado, ha invertido importantes sumas en el equipamiento de los servicios, no ha sido poco lo que también invirtió en sofisticado sistema de alarmas, cuya desactivación para los delincuentes es un juego de niños. Lo realmente cierto es que nada ni nadie los detiene. Y es frecuente que a cada anuncio de nuevas medidas, respondan con la comisión de hechos que ponen de manifiesto claramente que, además de contar con buenos servicios de inteligencia, también cuenta con complicidades, que no es necesario tener la bola de cristal para saber de donde salen.

 

Tanto en Trelew, como también ha ocurrido y sigue ocurriendo en otros lugares de Chubut, se han cometido hechos que por su naturaleza, perfección con los que se han llevado a cabo, sería de una ingenuidad inconcebible suponer que fueron realizados al azar. Los ocurridos a la salida de los bancos, en las empresas en las que ocasionalmente estaba el dinero para pagar salarios y a proveedores, o el abigeato, no son hechos que se puedan cometer sin contar con entregadores, zonas liberadas o con complicidades importantes. Las responsabilidades de la consolidación de ese flagelo que tiene en vilo a los habitantes chubutenses, se divide en partes similares entre la Policía y la Justicia.

 

La primera, porque es evidente que falla en la prevención y la Justicia, porque en muchos de sus miembros predomina un peculiar concepto de los derechos humanos y en el momento de dictar sentencias, tienen más en cuenta los atenuantes que los agravantes, y delincuentes reincidentes y con frondosos prontuarios, recuperan rápidamente la libertad. Esta es una realidad que no se puede negar y que ha significado que muchos delitos no se denuncian. Perder la confianza en la Justicia es grave. Y aquí está ocurriendo eso.

 

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