Profesor Genovesio: «No voy a poder hablar, pero voy a hacer algo: darle un beso a mi bandera»

El profesor fue aplaudido de pie, y también se escucharon sus palabras de pie, y con reiterados aplausos de los presentes. «Como lo ven estoy sumamente emocionado, no puedo hilvanar dos palabras y en este momento en Castellano o Literatura me pondrían un uno, o un cuatro. Me emociono tanto que la emoción me impide salir las palabras».
«Recuerdo -dijo- cuando entré al Colegio que era un pibe, con mis compañeros tendríamos 11 o 12 años y pasábamos por el Colegio Nacional y entrábamos al pasillo y no nos dejaban avanzar, lógico, pasaban los alumnos del Colegio nomás. Dimos tantas vueltas que al final yo logré entrar. Mis tíos eran carpinteros, a media cuadra de lo que iba a ser el Colegio, era atrás del Distrito donde no había ninguna edificación, solamente ligustros y tamariscos alrededor».
«Yo vivía ahí con mis abuelos, en la carpintería, con mi madre porque había perdido a mi padre; ahí en los tamariscos jugaba a la pelota y los militares nos sacaban corriendo, acompañábamos a los compañeros que iban al Colegio y no nos dejaban entrar. Una vez uno de mis tíos tuvo que ir a arreglar algo, y como él me escuchaba hablar del Colegio Nacional me invitó a entrar con él. Así llegué al Colegio Nacional», comentó.
Recordó que vio allí elementos «en la Sala de Física, que eran importados de Alemania, pasé a la Sala de Química y era lo mismo. Después estudié en el Magisterio, hice el Ciclo Básico y viajé a Buenos Aires; el destino me llevó a ser director del Colegio».
«Cuando viajé a Buenos Aires compré una bandera, porque la bandera del Colegio estaba estropeada. Así que compré una bandera en nombre del Colegio Nacional», dijo, siendo ovacionado. Y «es la bandera que voy a besar ahora, una vez más».