LOS DEMONIOS DE LA CAMPORA

Sr. Director:

por REDACCIÓN CHUBUT 27/03/2017 - 03.16.hs

En el acto realizado en Esquel por el Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia del pasado viernes 24 de marzo hubo desplegadas dos banderas: la Argentina y la de Agrupación Política La Cámpora. Sus integrantes entonaron la canción patria con la V en sus dedos como hacían algunos militantes peronistas en los tiempos de proscripción política que el país dejó atrás hace 33 años. Resisten la democracia. Escuchamos respetuosamente los discursos de la Red por la Identidad, cuyo eje principal fue identificar al Gobierno Nacional como encarcelador de Milagro Sala y de los derechos humanos.

 

Aplaudimos no obstante en nombre de otras coincidencias con esos discursos antes de escuchar las palabras del presidente del Honorable Concejo Deliberante de Esquel Lic. Jorge Junyent.

 

Cuando leyó «La madurez debería permitirnos rendir homenaje también a las víctimas del proceder de las organizaciones subversivas que asolaron el país por aquellos años, para poder exigir el compromiso de una sociedad que no desea que esos actos se repitan», lo interrumpieron los jóvenes camporistas con el diputado nacional Santiago Igón (FPV) a la cabeza.

 

El resto es conocido. Hubo insultos y se increpó a Junyent, al intendente y a los concejales de Cambiemos de mala manera, acusándonos de reivindicar la teoría de los dos demonios, usada en su momento para que no se diferenciara ante la Justicia el terrorismo de Estado, del estado de terror que la sociedad argentina sufrió en los '70.

 

Junyent en ningún momento reivindicó la teoría de los dos demonios. Reivindicó en todo caso la esperanza de encontrar un punto de comunión entre los argentinos en el rechazo de la barbarie, incorporando el derecho a expresar su dolor a otros que también sufrieron la tragedia de los años '70 entre los cuales hay decenas de inocentes. Pero su gesto no fue comprendido. Todavía.

 

No fue un buen momento para la recordación, pero será muy bueno recordar este momento y analizarlo. En primer lugar, el discurso de Junyent merecía respeto. Aun de los que portaban banderas partidarias que por primera vez fueron llevadas en Esquel a actos de este tipo. La defensa de los derechos humanos no es propiedad de nadie. Y nadie es dueño de la historia.

 

Tal vez molestó a La Cámpora una frase previa que interpela con crudeza la práctica política que la ciudadanía rechazó con su voto a fines de 2015. Dijo Junyent: «Los argentinos no queremos unas fuerzas armadas al servicio de un proyecto político, sino al servicio del Estado y la Democracia».

 

Lo aplaudimos. La designación de Milani fue el mayor retroceso en materia de DDHH desde 1983.

 

Cristina designó a Milani en 2013 cuando decidió ir por todo, traicionando a la Patria y a los Derechos Humanos. Los jóvenes de La Cámpora tienen un poco de razón. Junyent les recordó que sus dos demonios se llaman Cristina y Milani. De los que fueron y -hasta aquí siguen siendo imberbes aplaudidores, como les hubiera dicho un viejo General que no alcanzaron a conocer.

 

Sergio Sepiurka

 

Concejal de Cambiemos.

 

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