Regionales

Se merecen el reconocimiento pero no todo es con dinero

En los más diversos tonos, aunque ninguno favorable a los autores de la iniciativa, se ha comentado en los medios locales y, seguramente, también en toda la provincia, el proyecto presentado por los legisladores radicales Jacqueline Caminoa y Eduardo Conde, proponiendo que el Estado otorgue una jubilación especial, el goce de todos sus beneficios, más la ocupación de un lugar de preferencia en el listado de viviendas que construye el Gobierno, a todos los ciudadanos que fueron convocados por las Fuerzas Armadas cuando se estaba en guerra por la recuperación de las Malvinas, pero que nunca participaron en la misma, y estuvieron concentrados en unidades militares de la región.

La representante de la bella zona cordillerana y el activo abogado de Comodoro Rivadavia, alegan en los fundamentos del proyecto de referencia, que en ese lapso los convocados convivieron en una situación de extremas carencias y en un colectivo estado de ansiedad, angustia y tensión ante la incertidumbre de un destino nada halagueño. Lo que sin duda alguna, es cierto. Pero también es cierto que las Fuerzas Armadas de nuestro país, como también las de otros lugares del mundo, no son liceos de señoritas. Y mucho menos en estados de emergencia. De manera que la mayoría de los convocados habían cumplido con el servicio militar, que entonces era obligatorio, y en él se los preparaba para la guerra.

 

Esto, por una parte. Por la otra, la defensa de la Patria, además de ser una obligación de todo ciudadano, es un honroso deber en el que no caben especulaciones de ningún orden. En ese cuadro justo es enmarcarlos a quienes, aun habiendo sido convocados, tuvieron la suerte de no conocer el campo de batalla de ese trágico conflicto bélico pergeñado por generales de «sables sin remaches». Coincidimos en que se merecen el reconocimiento del Estado, pero no necesariamente todo debe ser dinero. Tienen el implícito reconocimiento del pueblo, que es el mejor premio al que pueden aspirar. La propuesta de los diputados radicales es a todas luces una exageración, no exenta de demagogia. Demagogia que cuesta erradicar en nuestro país. Frente a tantas cruces de soldados que cayeron con el fusil en las manos, y tantos otros que regresaron lisiados o con traumáticas secuelas del horror vivido, la reflexión es necesaria. Quienes no obstante estar alistados no vivieron esa tragedia, deben dar gracias a Dios y a los santos de sus devociones, porque no estuvieron entre ellos.

 

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