Columna de Opinión

Defender los derechos

El Día Internacional de la Mujer es un buen momento para visibilizar las luchas ganadas desde diferentes sectores en la búsqueda de reconocimiento y derechos, los cuales muchas veces aún se tienen que seguir reclamando.

Dentro de la sociedad actual, se tuvieron que ir ganando espacios en la búsqueda de una igualdad de posibilidades y un trato cotidiano equitativo. Los derechos, tanto individuales como colectivos, son acordados con el fin de establecer y mantener contactos libres de discriminación con otros miembros de la sociedad, en cualquier ámbito que se desarrolle.

 

Esta premisa, que parece tan simple, no fue siempre así. A principios del siglo pasado, en 1908, iniciaron una huelga 129 mujeres trabajadoras de una fábrica en reclamo de tener los mismos derechos que sus compañeros varones, esto sería: la misma paga por igual tarea y una jornada laboral de menos de 10 horas. Esta huelga terminó en tragedia.

 

Desde mi experiencia personal y familiar, mi abuela, quien nació en 1911, decidió siendo muy joven que estudiaría medicina. Esto le trajo múltiples inconvenientes que empezaron desde lo familiar, ya que no estaba bien visto que una mujer estudiara una carrera de "hombres", hasta ganar reconocimiento desde lo laboral y social. Después de terminar la carrera, no le fue fácil conseguir tanto un trabajo para el que estaba más que capacitada como obtener la confianza individual del paciente, quien miraba con recelo ser atendido por una mujer.

 



Aunque hemos recorrido un camino de crecimiento y aprendizaje, todavía queda mucho por revisar como sociedad.

 

Poder aprovechar este día para cuestionarnos si logramos ser más respetuosos y amigables con las diferencias, valorando y respetándonos.

¿Qué pasa cuando normalizamos el no ver al otro como alguien con los mismos derechos, sin importar identidad o capacidades diferentes que justifiquen el maltrato, el destrato o la no inclusión? Entender que aun desde un chiste, se puede desvalorizar y deshumanizar.

 

Pensarnos como una sociedad más integradora y respetuosa implica tener claro que una persona de edad avanzada no tiene que explicar que está exenta de hacer fila o de obtener el asiento en el colectivo, lo mismo que debería pasar con alguien con dificultades en la movilidad y tantas otras circunstancias individuales muchas veces olvidadas.

 

Si no miramos para otro lado, lograremos evolucionar. Entendiendo que una sociedad madura es aquella que puede incluir desde la diferencia y desde el respeto, promoviendo el bienestar de cada parte de este engranaje en todos los ámbitos de la misma y su desarrollo, así como concienciar sobre estos aspectos dentro de la vida social, política, económica y cultural.

 

 

 

 

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