Regionales

Payasada para la tribuna

Lamentablemente, hay demasiados políticos en nuestro país que, evidentemente, tienen un bajo concepto de la inteligencia de sus conciudadanos, a los que ofenden con actitudes y expresiones extemporáneas que ponen de manifiesto una absoluta carencia de la seriedad y responsabilidad, que es lo menos que se puede esperar de quienes la comunidad ha elegido como sus referentes.

La semana pasada, por ejemplo, la prensa nacional se hizo eco de la decisión de Sergio Massa, Margarita Stolbizer y otros legisladores partidarios, de renunciar a los fueros con el propósito de dar un ejemplo a sus colegas que se opondrían a que se los quiten a Julio De Vido por pedido judicial que lo investiga por considerarlo involucrado en actos de corrupción en sus prolongadas gestiones en los gobiernos del matrimonio Kirchner-Fernández, cuando dicho sea de paso, el ex intendente municipal de Tigre tuvo también prolongada y activa participación. Entonces, para el oportunista y hábil garrochista, todo era de una ejemplar corrección y honestidad en la que él también llamaba «época ganada» y, por supuesto, a la «abogada exitosa» consideraba brillante reina de un país donde todo marchaba bien y el mundo nos admiraba. Pero, ese encomiable concepto duró hasta que lo echaron de la Casa Rosada.

 

A partir de ese momento, descubría que el de Cristina, como el de su fallecido esposo, habían sido los gobiernos más corruptos del país. Medio lenteja el hombre, dirían los chicos. Ahora, con más audacia que talento, se ha convertido en su más acerbo adversario y su sueño es hacerle comer el polvo de la derrota en las próximas elecciones legislativas. Poniendo cara de inocente -condiciones actorales tiene-, procura despegarse de ex compañeros de ruta que han despertado la curiosidad de la Justicia, que ya tiene entre rejas a varios de ellos, y otros marchan lentamente hacia ese destino. Si bien el verborrágico diputado nacional no está en esas condiciones, es indudable que, como diría un jurista, le comprenden las generales de la ley. De manera que lo aconsejable sería que mantuviera silencio o, al menos, guarde cierta prudencia cuando se refiere a gobiernos de los que formó parte. A poco de que se analice su participación y consentimiento en los actos de esos cuestionados gobiernos, su enfervorizada prédica a la reversión, según un chusco que nunca falta en los corrillos políticos, tendría similar credibilidad a la que tendría el Gordo Valor oficiando misa.
La renuncia a los fueros que la Constitución Nacional otorga a determinados funcionarios, es de una pobreza conceptual preocupante, que sólo busca el aplauso de la tribuna. 

 

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