Regionales

Mientras sea para inversiones y no gastos bienvenido el endeudamiento por cien años

«Un político piensa en las próximas elecciones, un estadista, en las próximas generaciones».

La frase del historiador estadounidense James Freeman Klarke, la hemos citado en otras notas cuando nos hemos referido a la mayoría de quienes pasaron por el gobierno de la República y que nunca proyectaron nada con la vista puesta en el futuro, sino en la próximas elecciones con las que soñaban perpetuarse en el Poder, a cuyo efecto, lo primero que hacían, -y siguen haciendo-, es llenar a la Administración Pública de empleados a quienes generalmente no se les exige idoneidad, sino fidelidad partidaria.

 

En estos momentos, cuando se ha anunciado la posibilidad de un endeudamiento por cien años, los demagogos y chauvinistas que tanto daño le han hecho al país, han puesto el grito en el Cielo y lo lamentable es que su prédica ha calado hondo en los sectores menos informados, a los que se pretende convencer que un endeudamiento de esa naturaleza sería hipotecar a la Nación y pondría en peligro la soberanía nacional.

 

Hasta el último habitante del más desierto lugar del país, sabe de la extensión territorial de la Argentina. Sabe de las enormes riquezas naturales que encierra. Sabe también que hay mucho por hacer, tanto en infraestructura como en servicios públicos. Sería largo de enumerar las carencias. Pero esas carencias no se superarán con el turismo, viñedos, aceitunas o manualidades regionales.

 

Todo aporta, pero para cubrir de vías ferroviarias, autopistas, construir aeropuertos, diques y llevar a la superficie los recursos naturales y ponerlo al servicio de la comunidad, sin un endeudamiento como el anunciado, sería imposible. Seguiremos siendo un país de trocha angosta. A la tóxica oposición que se opone a que la República de ese gran salto en procura de ocupar en el mundo el lugar a que tiene derecho, no le debe preocupar que nuestros tataranietos tengan que pagar la deuda contraída. Estarán usufructuando un progreso y un bienestar que ellos les negaban.

 

El pueblo está cansado de políticos con el vuelo de la perdiz, que jamás terminarán con la pobreza y el analfabetismo, porque ahí tienen una clientela segura para ocupar cargos estatales. En las últimas décadas, la política ha sido una incubadora de nuevos ricos y de nuevos pobres y analfabetos. No hace falta recurrir a las estadísticas para comprobarlo. La realidad tiene una elocuencia que no tienen los números.

 

 

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