Regionales

Se pelean por las achuras y otros se llevan la vaca

Decía Arturo Jauretche que «la izquierda nacional, como los perros de mataderos, se pelean por las achuras y el abastecedor se lleva la vaca».

Sin duda alguna una acertada y realista definición que en estos momentos bien puede aplicarse por analogía a lo que ocurre en nuestro país con los gobiernos enrolados en ese regresivo concepto de lo nacional y popular y que usan como una grosera red para pescar incautos en los barrios carenciados donde la pobreza y el analfabetismo ocupan grandes espacios. Es en ellos donde tienen una clientela electoral estable, inescrupulosos e hipócritas políticos que se enriquecieron de la noche a la mañana y que tienen el descaro de exhibirlo públicamente, como no hace falta salir del Chubut para comprobarlo.
 Suponer que a los gobiernos populistas les preocupa la pobreza y el analfabetismo de sus conciudadanos, es de una ingenuidad propia de Caperucita Roja. Lo hemos dicho muchas veces, pero nada inmuta a esos mercenarios de la política que, favorecidos por el inexplicable abandono que muchos ciudadanos de derechos y obligaciones cívicos que son indelegables, han violado vitales principios democráticos e instalado en la provincia un grado de corrupción que supera lo imaginable, y sumido a la misma en un desorden institucional, que no será fácil revertir. Sobre todo, si el pueblo no reacciona y condena al ostracismo a quienes directa o indirectamente, por acción u omisión, tienen alguna responsabilidad en los graves hechos que actualmente está investigando la Justicia. 
La única verdad es la realidad, repetía con frecuencia Perón cuando señalaba sus logros. Y esta realidad que estamos viviendo es una verdad grande como una casa. Negarlo es de masoquistas. De quienes no les interesa el futuro de sus hijos. De los que quieren seguir administrando la pobreza, pero en un plano de dependencia de sus inconfesables intereses personales. El putrefacto olor del contenido de la olla que el dasnevismo y sus genuflexos aliados, tenían herméticamente cerrada, se ha extendido por toda la provincia y ha impregnado la piel de muchos que no quieren irse del Poder o quieren volver. Que pagarán justos por pecadores, es posible. Pero, como en toda huerta, a los yuyos venenosos hay que estirparlos de raíz. Con recortarlos no se eliminarian. Para pensarlo.

 

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