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Cien años de pasión Aurinegra
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Cien años de pasión Aurinegra

Hay muchísimos patrones que se dan en la historia de una institución, y que terminan forjando la personalidad de un club y su gente, se edifica una imagen de lo que se representa para propios y extraños.

Estracto del libro "Camino al Centenario" - Volumen II
Por REDACCIÓN SUPERDEPOR

Contar la historia de un club es básicamente tener la posibilidad de viajar a través de los años para poder recordar, memorizar y explicar con claridad lo que se busca transmitir. Formamos parte de generaciones que han disfrutado de diversos momentos. Primero fueron nuestros abuelos, luego nuestros padres, ahora nosotros, y más adelante, en el tiempo, será turno de nuestros hijos y nietos.

Difícilmente alguien pueda tener la chance de discutir el nivel de lo que cada uno de nosotros siente cuando se habla de Deportivo Madryn. Hay muchísimos patrones que se dan en la historia de una institución, y que terminan forjando la personalidad de un club y su gente, se edifica una imagen de lo que se representa para propios y extraños.

Tuvimos años duros, otros mucho mejores, hemos sabido atravesar el dolor cuando las cosas no se dieron, y desbordamos esta ciudad de caravanas interminables con los logros obtenidos en el tiempo.

Somos pasión y locura, somos gloria y títulos, pero también supimos ser lágrimas y coraje, apoyo y empuje. Lo que hizo, y sigue haciendo, que este club sea lo que es, fue el sentido de pertenencia de los suyos. El ímpetu y el entusiasmo por vestir estos colores donde sea, y por llevar siempre alta nuestra bandera, es lo que nos caracteriza a todos.

 


Porque luego estarán los que, con algún atisbo de lucidez, intenten poner en la balanza lo que se ganó, y lo que no. Pero jamás se pone ni se pondrá en discusión el sentido de pertenencia de la gente de Deportivo Madryn.

Tenemos una forma muy particular de vivir y sentir. Ni mejor, ni peor que los demás. Pero es una manera muy nuestra. Refiere al pasado de los pioneros que edificaron esta institución allá por 1924 (fundación oficial, tras años de ser Madryn Football Club), obedece a aquellos que hicieron grande este nombre con el esfuerzo como pilar, y la convicción como motor.

Somos lo que alguna vez soñaron Cosentino, Olive, Hansen, Hoegg y Soto, cuando conformaron esa primera comisión directiva a mediados de 1920.

El fruto de lo que sembraron los históricos (y aún hoy irrepetibles) quíntuples campeones de la Liga del Valle entre 1959 y 1964. Nos hemos hecho parte de los que con orgullo convirtieron nuestra sede en el lugar principal de eventos y reuniones en la ciudad, allá por las décadas del 60 y el 70. Somos el Viejo Palacio en los 80 y los 90, con sus gradas ya sin capacidad ante cada cita con las históricas noches de básquet.

Pero además de lo que fuimos, lo que se ha hecho aún más importante, es lo que somos. Hoy existen muchísimos sueños por concretar, y el espacio con el que cuenta el predio alberga lugar para cada uno de ellos. Se apuntará a sectores de recreación para que las familias puedan disfrutar de las instalaciones, ultimar detalles con el hotel, y avanzar con nuevas obras como las que se hicieron en el ingreso con el pórtico principal, las veredas y cordones cuneta.

 

 

El Club ha llevado adelante un crecimiento notable, y desde el año 2004 hasta este presente, no solo ha incrementado muchísimo su patrimonio con el predio Leopoldo Remussi y el edificio principal de la Sede Social en Avenida Roca, sino que estos logros han venido acompañados por títulos en lo deportivo que día a día logran sostener un crecimiento notable.

En la ciudad, en la provincia y en toda la región patagónica, pocas instituciones cuentan con instalaciones de estas características. Y no fue casualidad. Hubo un lineamiento de trabajo, un mensaje que fue claro desde el inicio, allá por 2004.

Hoy el club atraviesa su momento más glorioso, sin lugar a dudas. Y con el convencimiento de que lo que vendrá, será mucho mejor. Hay obras, proyectos, metas y sueños por seguir cumpliendo. Cuando un club apuesta a un crecimiento sostenido en el tiempo, hay varios factores que deben coincidir para que esto finalmente suceda.

Se precisa tener un horizonte claro, y entender que la institución está por encima de todo lo demás. Porque las obras quedarán para las generaciones que vengan, teniendo en claro que los dirigentes, jugadores y trabajadores, pasaron y seguirán pasando. La vida de un club, se trata de eso. De ir dejando huellas y un camino para seguir recorriendo. El CSyDM está lleno de legados que fueron dejando aquellos que dieron todo por estos colores.

 

 

Pasarán los años, y todos nos seguiremos acordando de la valentía de nuestros representantes en cada competencia en la que nos representaron, en cualquier disciplina. Estamos rodeados de una historia inconmensurable, inmensa, llena de logros y de sueños cumplidos. Están las bases adecuadas para seguir creciendo, porque está el convencimiento de lo que se quiere y lo que se busca para un futuro. Las nuevas generaciones irán entendiendo el esfuerzo que hicieron todos los que pasaron, para tener hoy lo que tenemos. Y redoblarán el compromiso en los años siguientes.

Pero sobre todo, irán marcando aún más ese sentido de pertenencia. El que transmitieron nuestros abuelos, nuestros padres. Ese que hoy se encargan de brindar como herencia a hijos y nietos.

En este 100° aniversario, el amor y la lealtad por estos dos colores, siguen siendo una prioridad, aunque esta se acrecienta con el correr de los años. Y todos aquellos que nacieron dentro de estas instalaciones, hoy, con el paso del tiempo, disfrutan sabiendo que esta es una de las mejores herencias que podremos tener en la vida.

Dentro de estos pasillos, se aprende a querer. Se transmiten valores. Se enseña. Se transfieren ideales. Se edifican esos legados que nos acompañarán por siempre. Porque acá en el club, se trata de amar, más allá de los resultados. Como en la vida.

Además de lo que fuimos, lo que se ha hecho aún más importante, es lo que somos. Y lo que seremos.

 

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Cien años de pasión Aurinegra

Hay muchísimos patrones que se dan en la historia de una institución, y que terminan forjando la personalidad de un club y su gente, se edifica una imagen de lo que se representa para propios y extraños.

Contar la historia de un club es básicamente tener la posibilidad de viajar a través de los años para poder recordar, memorizar y explicar con claridad lo que se busca transmitir. Formamos parte de generaciones que han disfrutado de diversos momentos. Primero fueron nuestros abuelos, luego nuestros padres, ahora nosotros, y más adelante, en el tiempo, será turno de nuestros hijos y nietos.

Difícilmente alguien pueda tener la chance de discutir el nivel de lo que cada uno de nosotros siente cuando se habla de Deportivo Madryn. Hay muchísimos patrones que se dan en la historia de una institución, y que terminan forjando la personalidad de un club y su gente, se edifica una imagen de lo que se representa para propios y extraños.

Tuvimos años duros, otros mucho mejores, hemos sabido atravesar el dolor cuando las cosas no se dieron, y desbordamos esta ciudad de caravanas interminables con los logros obtenidos en el tiempo.

Somos pasión y locura, somos gloria y títulos, pero también supimos ser lágrimas y coraje, apoyo y empuje. Lo que hizo, y sigue haciendo, que este club sea lo que es, fue el sentido de pertenencia de los suyos. El ímpetu y el entusiasmo por vestir estos colores donde sea, y por llevar siempre alta nuestra bandera, es lo que nos caracteriza a todos.

 


Porque luego estarán los que, con algún atisbo de lucidez, intenten poner en la balanza lo que se ganó, y lo que no. Pero jamás se pone ni se pondrá en discusión el sentido de pertenencia de la gente de Deportivo Madryn.

Tenemos una forma muy particular de vivir y sentir. Ni mejor, ni peor que los demás. Pero es una manera muy nuestra. Refiere al pasado de los pioneros que edificaron esta institución allá por 1924 (fundación oficial, tras años de ser Madryn Football Club), obedece a aquellos que hicieron grande este nombre con el esfuerzo como pilar, y la convicción como motor.

Somos lo que alguna vez soñaron Cosentino, Olive, Hansen, Hoegg y Soto, cuando conformaron esa primera comisión directiva a mediados de 1920.

El fruto de lo que sembraron los históricos (y aún hoy irrepetibles) quíntuples campeones de la Liga del Valle entre 1959 y 1964. Nos hemos hecho parte de los que con orgullo convirtieron nuestra sede en el lugar principal de eventos y reuniones en la ciudad, allá por las décadas del 60 y el 70. Somos el Viejo Palacio en los 80 y los 90, con sus gradas ya sin capacidad ante cada cita con las históricas noches de básquet.

Pero además de lo que fuimos, lo que se ha hecho aún más importante, es lo que somos. Hoy existen muchísimos sueños por concretar, y el espacio con el que cuenta el predio alberga lugar para cada uno de ellos. Se apuntará a sectores de recreación para que las familias puedan disfrutar de las instalaciones, ultimar detalles con el hotel, y avanzar con nuevas obras como las que se hicieron en el ingreso con el pórtico principal, las veredas y cordones cuneta.

 

 

El Club ha llevado adelante un crecimiento notable, y desde el año 2004 hasta este presente, no solo ha incrementado muchísimo su patrimonio con el predio Leopoldo Remussi y el edificio principal de la Sede Social en Avenida Roca, sino que estos logros han venido acompañados por títulos en lo deportivo que día a día logran sostener un crecimiento notable.

En la ciudad, en la provincia y en toda la región patagónica, pocas instituciones cuentan con instalaciones de estas características. Y no fue casualidad. Hubo un lineamiento de trabajo, un mensaje que fue claro desde el inicio, allá por 2004.

Hoy el club atraviesa su momento más glorioso, sin lugar a dudas. Y con el convencimiento de que lo que vendrá, será mucho mejor. Hay obras, proyectos, metas y sueños por seguir cumpliendo. Cuando un club apuesta a un crecimiento sostenido en el tiempo, hay varios factores que deben coincidir para que esto finalmente suceda.

Se precisa tener un horizonte claro, y entender que la institución está por encima de todo lo demás. Porque las obras quedarán para las generaciones que vengan, teniendo en claro que los dirigentes, jugadores y trabajadores, pasaron y seguirán pasando. La vida de un club, se trata de eso. De ir dejando huellas y un camino para seguir recorriendo. El CSyDM está lleno de legados que fueron dejando aquellos que dieron todo por estos colores.

 

 

Pasarán los años, y todos nos seguiremos acordando de la valentía de nuestros representantes en cada competencia en la que nos representaron, en cualquier disciplina. Estamos rodeados de una historia inconmensurable, inmensa, llena de logros y de sueños cumplidos. Están las bases adecuadas para seguir creciendo, porque está el convencimiento de lo que se quiere y lo que se busca para un futuro. Las nuevas generaciones irán entendiendo el esfuerzo que hicieron todos los que pasaron, para tener hoy lo que tenemos. Y redoblarán el compromiso en los años siguientes.

Pero sobre todo, irán marcando aún más ese sentido de pertenencia. El que transmitieron nuestros abuelos, nuestros padres. Ese que hoy se encargan de brindar como herencia a hijos y nietos.

En este 100° aniversario, el amor y la lealtad por estos dos colores, siguen siendo una prioridad, aunque esta se acrecienta con el correr de los años. Y todos aquellos que nacieron dentro de estas instalaciones, hoy, con el paso del tiempo, disfrutan sabiendo que esta es una de las mejores herencias que podremos tener en la vida.

Dentro de estos pasillos, se aprende a querer. Se transmiten valores. Se enseña. Se transfieren ideales. Se edifican esos legados que nos acompañarán por siempre. Porque acá en el club, se trata de amar, más allá de los resultados. Como en la vida.

Además de lo que fuimos, lo que se ha hecho aún más importante, es lo que somos. Y lo que seremos.

 

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