Regionales

Antes era normal, ahora sorprende

No será destruyendo al adversario y a las ideas que sustenta, la mejor forma de imponer las propias, parece ser la consigna a la que todo hace suponer que se mantendrá fiel Gustavo Menna durante la campaña electoral que ya se ha iniciado con vistas a los comicios de octubre próximo, en los que participará como candidato a diputado nacional por la Unión Cívica Radical. 

La sujeción a normas no escritas pero que siempre estuvieron en vigencia, en lo relacionado al recíproco respeto que existía entre los candidatos a ocupar funciones públicas, no ha pasado inadvertida para amplios sectores de la sociedad chubutense que le ha reconocido ese mérito al abogado comodorense que en las PASO dio la sorpresa de rescatar al partido yrigoyenista de una decadencia que parecía indetenible. 

 

La ciudadanía provincial parecía resignada a que las campañas electorales, lejos de ser una civilizada confrontación de ideas y de exposición de proyectos, se convirtiera en una descarnada exhibición de miserias humanas. Superando límites -como dice un slogan del gobierno cuando señala sus logros-, se emplean términos de una vileza y bajeza inconcebibles para descalificar a quienes, evidentemente, no consideran adversarios políticos sino irreconciliables enemigos personales. Pero, lo realmente sorprendente, es que víctimas y victimarios de esa cruenta confrontación pertenecen al mismo partido político que por las ambiciones personales de sus dirigentes está dividido en varias fracciones. 

 

Aunque ahora han sellado una unidad, que muy pocos garantizan, porque no ha sido por convicciones sino por el temor a un fracaso en octubre.
En ese marco de descomposición y desorientación que impera en la política provincial, resulta lógico que todo intento de volver a la normalidad y que esa actividad recupere el prestigio perdido, sorprenda.

 

La política no puede ser generadora de violencia ni convertir en enemigos a quienes piensan distinto. El candidato radical, con su conducta está marcado el camino por el cual se debe transitar si realmente se quiere revertir el pésimo concepto que la mayoría del pueblo tiene de la política y de muchos de sus protagonistas.

 


 

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