Chubut

¿Se debe admitir la exploración?

    En diciembre del año pasado la Legislatura provincial sancionó la Ley que habilitaba la megaminería en la Meseta de Chubut. Seis días después de sancionada, el gobierno la derogó.

      Después de solo 4 meses de derogada la ley habilitante, se divulga la noticia que la minera canadiense Consolidated Uranium prevé iniciar un proyecto de exploración de uranio en Laguna Salada, en el centro de la provincia. El director ejecutivo de la empresa, Philip Williams, dijo en un comunicado de abril que, si lograba los permisos necesarios, planeaba iniciar en ese mismo mes un programa de exploración sistemática en el denominado objetivo La Rosada, dentro de la zona del proyecto Laguna Salada. No se ha divulgado si la empresa logró los permisos. En mayo no había iniciado exploración.

 

     La Rosada se encuentra a unos 40 kilómetros al sur de Las Plumas.

 

     Yacimientos de uranio

 

     Los yacimientos de uranio son en esencia semejantes a los demás depósitos minerales, los hay cercanos a la superficie como las canteras de Los Adobes y Cerro Cóndor, y subterráneos como Cerro Solo. Los primeros son más fáciles de detectar y más económicos para explotar.

 

      La radiactividad del uranio hace más fácil la prospección y el descubrimiento de los yacimientos, pero las tareas de exploración entrañan un daño o, por lo menos, un riesgo. Las perforaciones que atraviesan capas con mineral uranífero contaminan con radioactividad las capas de agua atravesadas por la perforación. 

 

      La Argentina posee importantes reservas comprobadas de uranio, en las provincias de Salta, Mendoza, Chubut, La Rioja, San Luis y Córdoba. El yacimiento más importante es el de Sierra Pintada, en Mendoza. La mayor cantidad de minas detectadas se encuentran en Chubut. Es, precisamente en estas dos provincias, en las que la explotación encuentra obstáculos legales y resistencia en la población.

 

      Sin entrar a analizar las razones de la oposición de la población chubutense a la minería, trataré lo que se refiere a yacimientos de uranio.

 

       En la Argentina se han explotado alrededor de dos decenas de yacimientos, dos de los cuales son los de Los Adobes y Cerro Cóndor en nuestra provincia.  Una vez completada la extracción, todas las minas sin excepción, quedaron abandonadas por la Comisión Nacional de Energía Atómica sin realizar los exigibles trabajos de remediación, constituyendo un considerable pasivo ambiental.

 

       En una mina convencional, el mineral que aporta el uranio es extraído por medio de túneles o canteras a cielo abierto, luego se transporta en camiones hasta una planta química donde se tritura para su posterior lixiviado (regado con disolvente) con ácido sulfúrico, para separar las trazas de uranio.

 

        En la naturaleza el isotopo U 235 que es el fisionable, usado como materia prima del combustible de las centrales nucleares para generar electricidad, se encuentra con un porcentaje de menos de 1 %.

 

        Una muy buena ley de un yacimiento anda por los 0,5 % U, es decir unos 5 kg de U/tonelada de mineral.

 

        Para producir una tonelada de uranio, o torta amarilla, hay que triturar y descartar más de 700 toneladas de roca, según sea la ley del yacimiento. Para abastecer a una central nuclear convencional durante un año son necesarias aproximadamente unas 200 toneladas de uranio, que dejan atrás más de 130.000 toneladas de desperdicios.

 

        Estos residuos, llamados estériles, quedan acumulados próximos a la mina. Los llamados estériles, no son totalmente estériles, contienen una mezcla de productos radiactivos que deben ser aislados del medioambiente durante largos períodos de tiempo. Estas tareas de remediación de minas no fueron ejecutadas por la CNEA..

 

       Lo mismo ha sucedido en las plantas químicas donde se lixivió el mineral con ácido sulfúrico. En Chubut, el mineral de las dos minas explotadas, se trataron en la misma planta química ubicada próxima al puente Berwyn sobre el río Chubut, en la ruta provincial 12. La planta se denominó Complejo Minero Fabril Pichiñán, en el que, a 40 años, sigue depositado el residuo sin tratamiento a menos de un kilómetro del río Chubut. Ese residuo no es totalmente estéril, contiene mineral radiactivo. Es desechado por razones económicas, no es rentable explotarlo. En la Argentina solo se remedió una de las plantas que trataron él mineral de uranio extraído de las minas, el complejo Malargüe en Mendoza.

 

       Reiterando que las perforaciones de exploración uranífera pueden poner en contacto capas de mineral con aguas subterráneas y, como resultado, el uranio y sus productos de desintegración contaminarían el recurso, destaco que la CNEA ya ha realizado en la zona de Cerro Solo más de 600 perforaciones de alrededor de 100 metros de profundidad.

 

       Habiendo dejado la CNEA semejante pasivo ambiental en los sitios trabajados, la provincia debe, además de exigir la inmediata remediación de las dos minas explotadas y del sitio del Complejo Minero Fabril Pichiñan, prohibir a la CNEA y a empresas nacionales o multinacionales, continuar realizando perforaciones exploratorias en busca de uranio. De todas maneras, si el uranio detectado se encontrara próximo a la superficie, no podrá ser explotado a cielo abierto.

 

       Destaco que en los presupuestos de la CNEA hay partidas para continuar, por ejemplo, la exploración de Cerro Solo en Chubut, y no hay partidas para remediación de sitios afectados.

 

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