¿Qué nos ocultaron sobre la remediación del sitio uranífero de Malargüe?
En nota anterior comentamos los trabajos de remediación que realizó la CNEA en Malargüe. Hoy reproducimos parcialmente nota suscrita por los periodistas Silvina Buján y Cristian Basualdo con una revisión al informe interno del Banco Mundial, entidad que proporcionó el crédito para los trabajos de remediación.
La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) acaba de cancelar el Proyecto de Restitución Ambiental de la Minería del Uranio (PRAMU) creado para remediar los sitios abandonados de lo que fuera la explotación minera y procesamiento del uranio en Argentina.
Uno solo de ellos llegó a ser “remediado”, en Malargüe, Mendoza. ¿Qué sucedió allí? ¿Y qué sucederá a futuro con ese lugar y los otros sitios abandonados?
El documento interno del Banco Mundial echa nuevamente luz sobre el ocultamiento y el riesgo no asumido por la CNEA:
En abril de 2017 el Banco Mundial emitió su INFORME DE FINALIZACIÓN DE IMPLEMENTACIÓN Y RESULTADOS EN UN PRÉSTAMO POR LA CANTIDAD DE US$ 30 MILLONES hacia la República Argentina para el PROYECTO DE RESTAURACIÓN AMBIENTAL MINERA ARGENTINA.
“Años de laxitud en la aplicación de la normativa medioambiental y en las prácticas de gestión de la industria de extracción de uranio habían dado lugar a un legado medioambiental indeseable”, señala.
“El emplazamiento de Malargüe fue elegido para el proyecto piloto de rehabilitación debido a los graves problemas locales de contaminación del agua y de los cultivos agrícolas”.
El préstamo: se otorgó para evaluar y mitigar los riesgos ambientales asociados con las minas de uranio cerradas y los sitios de procesamiento de acuerdo con las buenas prácticas internacionales y reducir los posibles daños económicos y de salud asociados a la mina de uranio cerrada en Malargüe, Mendoza.
El Banco Mundial observa el riesgo que implicaba que el gobierno argentino no diese prioridad al proyecto, y que el Ministerio de Hacienda no transfiera recursos, por lo cual el BM demoró cerca de dos años en definir el envío del dinero.
Condición del BM: La CNEA fue obligada a realizar un Comité de Seguimiento del Proyecto invitando a ONGs. Dice el informe que esto fue un problema, ya que “los resultados de las consultas generaron preocupaciones y críticas y tuvieron un efecto negativo para la CNEA”.
“El proyecto no realizó una línea base de salud pública ni muestreos periódicos de la población durante su implementación para determinar los niveles de exposición a la radiación/contaminación”. Por lo cual resulta imposible saber si hay mejoras o no.
El Banco concluye que se puede inferir que “el proyecto ha tenido un impacto positivo en la salud pública de la comunidad de Malargüe al controlar un legado que durante los últimos 50 años ha contaminado la tierra, el agua y el aire”.
Los informes realizados durante la preparación del proyecto (diciembre de 2006) “revelaron que la exposición al radón procedente de los penachos de las colas de uranio sin tratar podía alcanzar hasta 2,5 Km. (aproximadamente el 70% de la población de la ciudad reside en un radio de 6 Km. de las colas)”.
Estos estudios también indican que la población directamente expuesta al emplazamiento y a su penacho podría correr riesgo de radiación de rayos gamma y de contaminación por inhalación de Radón 222.
El informe concluía que los estériles emiten radón y radiación gamma a niveles que, si un grupo hipotético residiera permanentemente en el perímetro del emplazamiento, estaría expuesto a dosis no admisibles.
El BM afirma que “en un proyecto algo similar en Zambia, se descubrió que las mujeres embarazadas y sus hijos no nacidos corrían más riesgo de exposición a los contaminantes asociados a las actividades mineras que otras poblaciones locales”.
El estudio también reveló que “los sistemas de aguas subterráneas superficiales y poco profundas presentaban trazas de contaminación por uranio procedente de los residuos sin tratar, y que en la parte NE del emplazamiento se habían contaminado con aniones y cationes lixiviados de los residuos, y que la evaporación de esta agua de la marisma estacional que bordea los residuos provocó una acumulación de la salinidad del suelo y del contenido de uranio.
Cumplimiento ambiental: el documento señala que algunos aspectos podrían haberse gestionado mejor, a saber:
– “Los informes sobre el programa de seguimiento se entregaron al Banco un año después de que se realizaran las mediciones, lo que retrasó cualquier respuesta necesaria”;
– “El obligado acceso público a los resultados del plan de seguimiento no se produjo porque la CNEA se mostró reacia a compartir información radiológica”;
– “La CNEA informó muy tarde al Banco sobre el reclamo de un vecino que no quería que el proyecto impactara su terreno”
“En lo que respecta a la gestión de residuos, temas ocupacionales, problemas de salud y seguridad en el sitio de Malargüe, el desempeño estuvo por debajo de los estándares, lo que provocó accidentes menores que se informaron con retraso”, señala el Banco Mundial.
Asimismo señala, “la degradación del medio ambiente y de los recursos naturales socava el crecimiento sostenible en una economía basada en los recursos, afectando particularmente a los pobres” y que “el costo total de la degradación ambiental asciende a alrededor del 7 al 8 por ciento del PIB”.
Y recuerda que sigue existiendo la necesidad de llevar a cabo obras de rehabilitación similares en los otros siete emplazamientos heredados”, refiriéndose a los otros sitios PRAMU abandonados a su suerte.
¿Por qué la CNEA no colocó ni coloca on line los datos de los monitoreos pasados y futuros, tratando de no mentir ni ocultar nada, para conocimiento de la sociedad?
El informe del BM dice “parece ser que la CNEA no considera apropiado compartir los resultados de las campañas de vigilancia radiológica con el público… y porque existe una cultura institucional arraigada en la CNEA de no compartir los datos; la CNEA quiere evitar preocupaciones debido a las críticas externas a la energía nuclear”.
La remediación de Malargüe y otros sitios incluidos en el plan de monitoreo ambiental y radiológico deberán ser monitoreados durante al menos 20 años. ¿Se hará? ¿Se harán públicos los resultados?
La CNEA ha disuelto el PRAMU, ¿qué será de ellos? Siempre en torno a la energía nuclear los habitantes nos enteramos tarde, los horizontes son oscuros y por cierto desesperanzadores.
Por Silvana Buján y Cristian Basualdo
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