LOS HUMANOS NOS PARECEMOS A LOS ANIMALES

Entro. Lo busco con la mirada. Hoy no es su turno, pienso con pena. Y eso que siempre vengo de tarde.

 De pronto lo veo, es él.

Miro sus rasgos: la forma de peinar su cabello, hacia arriba. Sus ojos, su trato al atender a la gente y su actitud.

 Confirmo mi intuición: es un hombre pájaro, no hay duda.

Me toca el número, voy y me sonríe. Ahí le digo y me vende el milagro. Nos despedimos.

Qué reacción tendría si le dijera lo que pienso de él… ¡Que estoy loca! seguramente. Entonces mejor no. Porque él no lo sabe y no sé si lo soportaría…

Una vez lo escuché hablar con una compañera, también su tono de voz es tan sutil con el vuelo de un pájaro.

Confirmado.

Susana Arcilla

susanabeatrizarcilla@gmail.com