Por Emiliano Alvarez Raso

Juntos Por el Cambio: la necesidad de representar un espacio moderno liberal

En la previa a las elecciones PASO del 11 de agosto ningún encuestador pudo vaticinar lo que ocurriría. El peronismo, unido y bajo la nueva sigla denominada Frente de Todos, y con las dificultades económicas como telón de fondo, superaba al gobierno nacional por más de 15 puntos.

por REDACCIÓN CHUBUT 09/11/2019 - 00.00.hs

Primera sorpresa. Los mismos analistas daban por finalizado el partido para la elección general del 27 de octubre y pronosticaban 20 puntos de diferencia en las encuestas. Segunda sorpresa. Con una campaña de actos masivos y un discurso de fuerte contenido republicano el presidente Mauricio Macri creció 8 puntos con respecto a las PASO (dos millones de votos aproximadamente) alcanzando el 40% de los votos totales. Gano además en la capital del país, Córdoba, Santa Fe, Mendoza, Entre Ríos y el interior bonaerense. Al final, perdió el gobierno y ganó el peronismo, aunque de las PASO a las generales el que ganó fue el sistema, en equilibrios y balances.
El próximo 10 de diciembre no solo se traspasará el mando al presidente electo, Alberto Fernández, sino que Argentina dejará atrás una inconsistencia que la acompaña hace casi un siglo. Macri será el primer presidente no peronista en culminar su mandato en tiempo y forma. El último fue Marcelo T. de Alvear en 1928. El poder simbólico de esa foto será mucho más importante que el acto institucional en sí.
Las urnas establecieron contrapesos. Juntos por el Cambio ostentará casi 120 diputados y más de 30 senadores, presidirá la Auditoría General de la Nación (órgano de contralor del gobierno) y ocupará butacas en el Consejo de la Magistratura. Es decir, la unidad de esta coalición es condición para el equilibrio de poder en el país y mal les haría a los argentinos que esta coalición se fragmente o atomice.
Luego de la crisis de 2001, donde colapsó el sistema político argentino, la elección reciente abre la posibilidad a un nuevo bipartidismo. No ya de partidos tradicionales, sino de dos grandes espacios políticos. Uno asentado en la tradición justicialista (pero no exclusivo) y otro en la tradición no peronista (aunque tampoco exclusivo). Y esto puede ser una gran novedad para diseñar políticas de Estado de largo alcance. Dependerá en principio del presidente electo y luego de las fuerzas opositoras avanzar en ello.
Juntos por el Cambio debe preservar las identidades de las fuerzas que lo componen (UCR, PRO, CC, peronismo republicano) porque esa diversidad es la que le permitió llegar al gobierno en el año 2015 y a futuro deberá avanzar en una mejora sustancial en su funcionamiento, estableciendo reglas de juego para dirimir sus tensiones internas y además avanzar con un diagnóstico profundo y propuestas concretas que permitan establecer una comunión básica de ideas, proyectos y visión de país. Queda mucho por hacer.
No sabemos el rumbo que tomará el gobierno entrante en materia económica, institucional y de política exterior. No solo porque no se habló en la campaña sino porque el Frente de Todos es un espacio heterogéneo y con visiones diferentes. El tiempo dirá. Lo que sí podemos definir es cuál es el espacio de Juntos por el Cambio, que no puede ser otro que el de una oposición racional y colaborativa (a diferencia de lo que fue el Frente para la Victoria con el actual gobierno) e implacable con los avances hegemónicos o las prácticas corruptas.
El 40% del país optó por una opción que demandará el mayor de los esfuerzos de los dirigentes y fuerzas integrantes de esta coalición y que está asentado en valores centrales como el de la defensa de las instituciones y el funcionamiento republicano, la ética en el ejercicio de la función pública y la vocación de construcción de una Argentina con una política exterior pragmática y eficaz para tener mayor comercio y mayor intercambio. El desafío es, entonces, defender y consolidar una opción moderna y liberal.

 

Por Emiliano Alvarez Raso

 

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