Puerto Madryn

¿Confundidos racistas?

Por Marcos Sourrouille y Matías F. Jones (Historiadores - Universidad Nacional de la Patagonia)

por REDACCIÓN CHUBUT 22/10/2020 - 00.00.hs

El 20 de octubre se publicó en la sección “Regionales” del Diario EL CHUBUT una nota de opinión titulada “Confundidos mapuches”, firmada por Jorge Manuel Presas.
Como historiadores, nos vemos en la obligación de solicitar el derecho a réplica en función de la falsedad de las afirmaciones allí vertidas y el racismo que las sustenta.
El autor de la nota se siente contrariado por el cambio simbólico del nombre de la avenida Julio A. Roca de Puerto Madryn por el de “Pueblos Originarios”, y se siente habilitado a “corregir” a los autores de ese acto. Lamentablemente, esta persona se siente habilitada para dar cátedra de historia al pueblo mapuche y al público en general desde un lugar que combina la más absoluta ignorancia y una serie de clichés racistas. Más tristemente aún, entiende que hay un contexto social que puede empatizar con su discurso, y la publicación del texto por un medio de comunicación que difícilmente desconozca la falsedad de su contenido parece darle la razón en ese punto.
La afirmación del carácter “no originario” de los mapuche es ridícula en cualquier campo científico, pero ello no impide que siga siendo replicada en diferentes espacios no académicos. Abundan las evidencias materiales y documentales de la presencia del pueblo mapuche a ambos lados de la cordillera siglos antes de la existencia de los estados de Argentina y Chile, y esa cuestión no es objeto de ninguna controversia para arqueólogues, historiadores o antropólogues.
Implica un malabarismo discursivo notable decir que los mapuche “escupen al cielo” al denostar la figura de Roca. Si bien como historiadores no podemos atribuir el curso de la historia a Julio Roca ni a ninguna persona a título individual, entendemos que su figura es un símbolo que condensa lo más nefasto de la historia de los pueblos mapuche y tehuelche de este lado de la cordillera: la pérdida de la autonomía política y territorial, las prácticas genocidas de un estado nacional que no sólo mató, robó y cometió crímenes de guerra en el marco de la conquista militar, sino que desterró poblaciones enteras, dividió familias, forzó el abandono de sus propias lenguas e impuso la religión católica.
Un párrafo aparte merece la referencia al lonko Facundo Jones Huala. Por una parte, porque su caso constituye un lamentable antecedente histórico, al tratarse de un preso político mapuche extraditado por el estado argentino bajo un gobierno elegido por el voto popular. Pero también porque en el juicio que Benetton le inició por usurpación al lonko y otres integrantes de la Pu Lof en Resistencia del Departamento de Cushamen quedó asentado en una sentencia judicial en esta provincia que está fuera de toda discusión la preexistencia del pueblo mapuche con respecto al estado argentino, y por ende están fuera de discusión todos los derechos que le asisten en términos colectivos e individuales a sus integrantes.
Tuvimos la oportunidad de participar en ese juicio como peritos, y entendemos como un avance que la justicia empiece a recurrir a la historia, descartando el sentido común y las falacias racistas. Queda mucho camino por recorrer en ese sentido en esa y otras instituciones, pero sería deseable que la verdad histórica sobre el pueblo mapuche se hiciera también un lugar en los medios de comunicación. En otros casos históricos, el negacionismo del genocidio es un 

 

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